Elecciones 9M

La gran virtud de Mariano

MANUEL RICO

Políticos los hay de cuatro clases: buenos y trabajadores; buenos y vagos; malos y holgazanes, y malos y aplicados. Esta última categoría es la peor, porque cuando tienes a un tipo trabajando sin descanso para joder al prójimo, el resultado es necesariamente nefasto. En la historia de España, sale un felón de este tipo por siglo: Fernando VII en el XIX, Francisco Franco en el XX y José María Aznar en el XXI.

A diferencia de Aznar, Mariano está en la tercera categoría. Su torpeza archidemostrada como gobernante, la compensa por fortuna con su alergia al trabajo. Unos creen que es indolencia, otros lo definen como pereza y no falta quien prefiere hablar de haraganería o zanganería. Pero más allá de discusiones propias de lingüistas, es de general conocimiento que Mariano jamás enfermará de sobreesfuerzo.

Por si a alguien le cupiera alguna duda (que ya serían ganas de dudar), basta con escuchar durante las últimas semanas a los dirigentes que rodean al presunto presidente del PP. Da igual que sean entrevistas, coloquios o presentaciones de libros, que en cuanto se descuida el auditorio le atizan la siguiente frase: "La gran virtud de Mariano es que es muy trabajador".
El público, claro, se queda perplejo ante tan increíble anuncio de travestismo de la genética de Mariano.

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