Diario de un altermundista

El espíritu fallero de Camps

En La Vall d'Uixó, localidad de Castellón de la que soy natural, la semana pasada ocurrió otra de las escandalosas acciones que el PP valenciano viene realizando en el País Valencià, su cortijo particular. Hace cuatro años, el presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra, que es muy afortunado porque le toca la lotería con cierta frecuencia, prometió en un mítin en esta misma localidad que si ganaba el PP (antes mandaba una coalición PSOE-EU), construirían el hospital que desde hace años vienen pidiendo los y las vallduxenses. Este hospital es demandado desde hace ya varios años porque es tan necesario que se estaba programando un hospital privado en una localidad cercana. De las palabras de Fabra se leía que si no ganaba el PP en el pueblo, no habría hospital, porque desde la Generalitat que con toda certeza iba a estar en manos del PP, no iban a hacerle tal favor a la oposición. Ganó el PP y, en cuatro largos años, todo lo que han conseguido avanzar  de este proyecto no es ni siquiera poner la primera piedra. Por contra, el acto de inauguración previo a las próximas elecciones se hizo por todo lo alto. Pero, a falta de algo más palpable para mostrar que se estaba haciendo un hospital, se inauguró ni más ni menos que una maqueta (como una pequeña Falla), que además parece que ha costado unos miles de euros. También se ha puesto un gigante cartel publicitario, que no habrá salido tampoco barato. Hablando con varios amigos del pueblo la indignación era evidente. La promesa electoral de Fabra se ha limitado a una pequeña Falla que ni siquiera podemos quemar, que quizá se convierta en una piedra en cuatro años y quien sabe cuándo será una realidad. Aunque no todo es negativo, podríamos aprovechar la maqueta en las próxima Fallas, lástima que todavía quede un año. ¿Será que el espíritu fallero le ha jugado una mala pasada a Camps?

Ese mismo fin de semana había en Valencia una manifestación contra la corrupción del gobierno valenciano. La participación fue muy elevada, pero no suficiente como para mostrar al gobierno valenciano que no aguantamos más una gestión de la política con demasiados casos de corrupción que llegan a salpicar al mismo presidente autonómico. ¿Para cuándo los valencianos y las valencianas decidirán reaccionar y mandar durante una temporada a una regenerativa oposición al PP más rancio de España? Las elecciones de este año no parece que vayan a castigarles, quizá porque en Valencia nos da igual que se rían en nuestra cara inaugurando con toda la pompa "una maqueta", o quizá porque en la izquierda se sigue optando más por la división que por la unión. Esto en un país civilizado no pasaría, pero en nuestra tierra es lo más habitual. Los políticos sin moral campan a sus anchas, ante la pasividad de una sociedad que merece algo mejor. Señor Camps, no queremos más promesas incumplidas, ni casos de corrupción sin consecuencias. Váyanse, déjennos en paz construir una sociedad democrática, en la que salgamos del caciquismo y la corrupción más propias de otras épocas. La tarea es ardua, pero merece la pena intentar por enésima vez mostrar que no podemos continuar así. No nos merecemos a los políticos que tenemos en el gobierno actual. Para demostrarlo deberemos ir a votar en masa el próximo 22 de mayo, opciones habrá muchas, veamos si la suma da por fin un necesario cambio que devuelva la esperanza a esta tierra demasiado castigada por los casos de corrupción, por el despilfarro y la mala gestión de los servicios públicos. Volviendo al espíritu fallero, quememos (simbólicamente) todo aquello que no nos gusta de Valencia haciendo lo poco que nos dejan, votar.

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