El socialismo es republicano

Podemos: el año que pudimos cambiar las cosas

Nunca estuve realmente ilusionada, conozco lo suficiente las estructuras políticas pasadas y presentes como para no ser escéptica sobre su verdadera horizontalidad. Todo era demasiado grande, demasiado rápido, demasiado descontrolado. Las cabezas visibles, sobre todo Pablo y Monedero, me encandilaban. Decían a los cuatro vientos lo que tantos seres pequeños y anónimos decíamos y pensábamos. Pero la realidad de su organización y su funcionamiento me generaban muchísimas dudas. La primera prueba llegó este invierno, cuando las corrientes no oficiales eran silenciadas y los pensamientos alternativos se arrinconaban con maniobras poco claras. No participé del fervor de Vistalegre, esa fe ciega no iba conmigo; veía con claridad que aplicar un rodillo desde arriba para eliminar la pluralidad y la crítica no eran la democracia interna a la que estaba acostumbrada en mi pequeño CLI-AS.

 

Mi distanciamiento no impedía, sin embargo, defender la necesidad de su existencia, en público y en privado. Le reconocía defectos de bulto, pero la movilización social que generaba me parecía más importante y borraba lo negativo. Fue entonces cuando escribí "Podemos no es perfecto, pero es necesario" .

 

Su estrella fulgurante encandilaba a un espectro tan amplio de la sociedad, que realmente creímos que el cambio era posible, que se lograría esta vez. Pero, por lo visto, al sistema también le parecía factible ese cambio, tan nefasto para ellos. De ese modo, comenzó un ataque furibundo contra todos los dirigentes podemitas. Víctimas de esa persecución han sido, en mayor o menor medida, Errejón, Monedero e Iglesias, con una víctima colateral muy clara: Tania Sánchez.

 

Hay que resaltar la campaña desplegada por El País, como corresponde al adalid del PSOE, que veía peligrar su posibilidad de gobernar a manos de los chicos de Podemos. Monedero y su proyecto de presentarse en la candidatura a la alcaldía de Madrid fueron una diana clara durante muchas semanas. Finalmente, tanto el partido como él mismo, dejaron su figura en segundo plano. Si era él quien mantenía la línea inicial de Podemos, no lo sabemos; lo que parece innegable es que, al dejar Monedero el primer plano, la formación comenzó una nueva línea de actuación y sus expectativas en las encuestas iniciaron una meseta y posterior descenso. Habrá quien diga que la campaña mediática en su contra ha contribuído a que sus simpatías bajen entre los electores, y no seré yo quien lo refute; al fin y al cabo, la ciudadanía española es muy vulnerable a todo lo que se vierte desde los platós de televisión, los periódicos y las emisoras de radio, la mayor parte de ellos en manos del R-78.

 

En las últimas semanas han aparecido otros factores desestabilizantes en el panorama político, por si teníamos pocos. El adelanto de las elecciones autonómicas andaluzas puso de manifiesto el parón de Podemos, pero también su indecisión a la hora de afrontar sus opciones frente a la investidura de Díaz. Creo que esa incertidumbre ha debilitado mucho las convicciones de las bases del partido, que ven cómo se tambalean los principios que antes defendían. Recordando los comienzos de Podemos, cuando su mensaje era el nuestro, cuando decían "Podemos somos todos, haremos las cosas de una manera distinta, empoderaremos a la gente, si no haces política te la hacen, somos más, tenemos memoria, no tenemos miedo, el bipartidismo está agotado y el régimen del 78 también, hay que echarlos y podemos echarlos..." me pregunto dónde ha quedado todo aquello, enredado en que oscuros manejos, ahogado en que indecentes chantajes. La gota que ha colmado el vaso de mi decepción ha sido la noticia oficiosa de que en Madrid hay un acuerdo previo entre Podemos y PSOE, por el que se repartirán el pastel: para uno será la CAM y para otro el ayuntamiento de la capital. Semejante pasteleo, digno de lo más granado de la vieja política, ha enfriado mi apoyo a Ahora Madrid, si bien todavía creo que el proyecto previo a confluir con Podemos, Ganemos Madrid, tiene mucho de bueno y es rescatable para un futuro.

 

Comenzaron con ideas claras y denuncias tajantes, quisieron ganar el centro político y moderaron su discurso; quisieron neutralizar los ataques furibundos de la prensa del régimen, que los acusaba de radicales y bolivarianos, y lo moderaron más aún. Ahora no se distinguen mucho de Ciudadanos, que les pisan los talones y tal vez les coman la merienda del centro, pero han conseguido desmovilizar a muchos simpatizantes de izquierdas, que ven traicionado ese espíritu inicial del que hablábamos. Su postura frente al PSOE será la clave para saber su futuro, pues un error les costará muy caro. En esta tesitura reaparece Monedero; vuelve para decir lo que muchas y muchos decimos desde hace semanas: que se ha traicionado el ideal fundacional, que las estructuras y lo institucional se los están merendando con patatas. Monedero no abandona Podemos, no. Monedero deja la estructura corruptora y lanza un mensaje de amistad incondicional a Pablo. Viene a decir que se queda en la retaguardia para guardar las esencias, para preservar los ideales y remover las conciencias. Creo que fue el propio Monedero el que dijo: "Teníamos a nuestro favor el motín de Esquilache que supuso el 15M. Vimos que ese era el punto de inflexión y siempre lo respetamos. Se trataba de convertir esa indignación social en indignación política. Lograr que el miedo cambiara de bando para que los sinvergüenzas a los que se les llenaba la boca de España y tenían el dinero en Suiza pagaran por todos sus desmanes". Han pasado muchas cosas desde el 15 de mayo de 2011. No se si Monedero será capaz de reconducir la deriva de Podemos. Lo que está claro es que deja las instituciones a los otros y él va a volver a las calles. Quienes lo escuchamos con asiduidad sabemos que una de sus máximas es que la calle debe marcar los límites a los gobernantes, aunque sean de los suyos. Creo que su proyecto pasa por agitar las calles hasta revertir los daños, aunque bien puede ser solo una ilusión. Ya veremos.

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