Detrás de la función

¿Y si compráramos nuestra deuda pública?

Con la decisión del Congreso, queda ya más que oficializado el "efecto llamada" a los fondos de pensiones privados. Unos productos que no pasan precisamente por su mejor momento. Los informes sobre la supuesta insostenibilidad del sistema público caminan paralelos a las peticiones y sugerencias de la patronal de los fondos de inversión, que achaca sus mediocres resultados al hecho de que el sistema español no promueve suficientemente la provisión privada. Todo parece indicar que comienza un nuevo rescate: otra transferencia de fondos desde el factor trabajo al capital.

Tiene sentido, pues las cajas y los bancos están rozando el abismo: si un ladrón atracara hoy uno de estos, quedaría decepcionado al abrir la caja fuerte, pues la encontraría repleta de llaves de estupendas promociones inmobiliarias que se están depreciando. Las pesadillas de los banqueros son ahora mismo esas delicadas formas metálicas.

No es extraño que la salida de la crisis se esté proponiendo por la vía más obvia: la de incrementar nuestro miedo e inseguridad sobre el futuro. Con estas noticias, cualquiera que cuente con ciertos ahorros en el presente querrá inmovilizarlos en productos de inversión que no puedan quebrar. La "solvencia" de los grandes bancos españoles, gritada a los cuatro vientos por todos los medios de comunicación, pasará a ser el nuevo aval, sin haberse ganado esa reputación con hechos reales. Muchas papeletas para una burbuja futura.

¿Qué podemos hacer? Como afirma el sociólogo alemán Ulrich Beck, nuestro lugar político ha pasado de las calles a la televisión; somos consumidores y potenciales inversores que debemos "politizar" estos riesgos e "incertidumbres fabricadas". ¿Por qué no destinar nuestro dinero excedentario, si contamos con algo de este, a unos activos más seguros y también rentables como son las letras y bonos del Estado? ¿Y si revisáramos nuestro hábito financiero, nuestras costumbres en relación con el dinero y las inversiones?

Puede ser un brindis al sol, pero son tiempos de propuestas constructivas y de superación del fatalismo. Una compra exitosa de este tipo de renta fija presionaría a la baja su tipo de interés y, con ello, el ritmo de recortes que el Gobierno implementa a nuestro sistema de protección social. Todos los ingredientes para constituir una inversión rentable y con cierta repercusión indirecta en el bienestar común. La cuestión es por qué no se habla de esto en las tribunas políticas y por qué el lenguaje de los dirigentes sigue repitiendo cansinamente el mismo mantra. ¿Tienen todos ellos ya su flamante plan de pensiones? ¿Están realmente pensando en nosotros?

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