Al sur a la izquierda

Las cuentas andaluzas cabrean al PP

La aparatosa reacción del PP a los presupuestos andaluces de 2012, cuyas líneas maestras dio a conocer el martes la consejera Carmen Martínez Aguayo,
es un buen augurio para el Gobierno de José Antonio Griñán. El coordinador popular de Política Económica, Rafael Carmona, no se quedó en las primeras matas: dijo que esas cuentas se ríen del empleo, asfixian a las familias, estrangulan a las pymes, nos dejan al borde del abismo y conducen a Andalucía directamente a la quiebra. Casi nada lo del ojo. Oyéndolo decir esas cosas daba más miedo Carmona que la propia crisis.

Ese diagnóstico histérico indica que el Gobierno andaluz ha dado en la diana y que esa diana irrita al PP porque evidencia que hay otra manera de cuadrar las cuentas opuesta a liarse a hachazos con la sanidad, la educación y todos aquellos servicios que favorecen a los pobres. Sí, sí, digo pobres y no clases medias, porque esta crisis ha convertido a la clase media en clase pobre, bien porque tiene muchos menos ingresos, bien porque tiene mucho más miedo, que es otra manera de no tener dinero, puesto que actúas exactamente igual que si no lo tuvieras.
Al PP le molesta que en sus presupuestos de 2012 el PSOE andaluz suba los impuestos a los ciudadanos adinerados, y le molesta porque tales ciudadanos son votantes suyos, pero a su vez le incomoda que se airee el hecho de que lo sean: no porque se avergüence de ellos, sino porque son insuficientes para ganar unas elecciones, que hoy sólo se ganan si además de todos los ricos te votan al menos la mitad de los pobres. Que el debate nacional se centre en más impuestos para los ricos o más recortes para los pobres es malo para el PP. No letal, pero sí malo. Por eso se ha puesto como se ha puesto.

Más Noticias