Al sur a la izquierda

El PSOE quiere cambiar, pero necesita ayuda

 

Los resultados andaluces del 20-N y las encuestas más solventes han convertido a Izquierda Unida en la gran esperanza blanca, o para ser más precisos y menos peliculeros, en la gran esperanza roja. Los socialistas andaluces, siempre tan altivos con Izquierda Unida cuando no la necesitaban, empezarán a ponerse besucones con la coalición de un momento a otro. Izquierda Unida, siempre tan arisca con el PSOE cuando creía no necesitar a este, empezará a dejarse querer aunque no quiera. Por la cuenta que le trae. En realidad, por la cuenta que les trae a ambos.

 

Aunque conjeturar que la izquierda puede impedir la mayoría absoluta del PP en las autonómicas de marzo es mucho conjeturar, pues falta mucho tiempo y el desenlace de la batalla es muy incierto, no deja de ser verdad que el futuro de la izquierda española se juega dentro de cuatro meses en Andalucía: no sólo el futuro del PSOE por su cuenta, ni el de IU por la suya, sino el de ambos. Se juega el futuro de lo que ambos representan frente a la derecha, y ello a pesar de que a IU le cuesta admitir que cuando gana la derecha la derrota no es únicamente del PSOE, sino de todos los trabajadores y de la base social que apoya a la izquierda: no sólo al PSOE, sino a toda la izquierda.

 

Si las elecciones de marzo le regalan a Diego Valderas una llave con la que abrir las puertas de San Telmo y si Valderas administra bien esa llave, IU puede acabar dando en España ese salto histórico que Julio Anguita creyó estar a punto de dar en los noventa: entonces dio el salto, sí, pero se quedó tan corto que no logró hacer pie al otro lado del precipicio y la federación se despeñó en el abismo.

 

El PSOE es como ciertos fumadores empedernidos: quiere cambiar, pero no puede hacerlo solo. Necesita ayuda externa para desembarazarse de algunos de sus vicios. Necesita a alguien que le ponga deberes y lo someta a estrecha vigilancia para asegurarse de que dedica tiempo, inteligencia y voluntad a hacer esos deberes que le permitirán renovar su licenciatura de izquierdas, bastante desacreditada últimamente. Ese alguien sólo puede ser Izquierda Unida, cuyo único cuidado ha de ser que los deberes que imponga a los socialistas no sean tareas humillantes o imposibles de cumplir.

 

Nunca ha sido mala técnica que los fumadores vayan dejándolo poco a poco. El riesgo es caer de nuevo en el vicio; la ventaja, no hundirse en la depresión. Así que lo mejor es que el PSOE vaya desembarazándose de sus antiguos vicios poco a poco. Su caída en la depresión sería letal para todos.

 

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