Al sur a la izquierda

¿Alguien le pedirá a Del Nido que dimita?

 

Cuando procesan a un político, este debe dimitir. Cuando procesan al presidente de una corporación empresarial, este debe dimitir. Todo el mundo pide esas dimisiones y tiene razón al pedirlas. Cuando procesaron al presidente del Sevilla FC, José María del Nido, no se alzó ni una sola voz reclamando la dimisión del presidente, y ello a pesar de que su procesamiento por delitos tan feos como la malversación de caudales públicos manchaba la imagen de la institución deportiva que dirige.

 

José María del Nido fue condenado ayer a siete años de prisión por saquear en compañía de otros, como el exclalde Julián Muñoz, las arcas del Ayuntamiento de Marbella. La sentencia no es firme, pero la relación de hechos probados es lo bastante sonrojante como para que los socios del Sevilla FC le exigieran a su presidente la dimisión inmediata. Y tampoco estaría mal que esa dimisión se la reclamara algún político, dado que tanto el Ayuntamiento de la capital como la propia Junta de Andalucía han dado históricamente un trato de favor al Sevilla y al Betis, ya fuera por convicción, ya fuera simplemente por miedo a que los aficionados les reprocharan no hacerlo.

 

En esta ciudad de Sevilla las autoridades locales y regionales levantaron un estadio olímpico ruinoso, pero en vez de dar la cara por su inversión hecha con el dinero de todos y presionar a los clubes de fútbol para que se trasladaran a ese estadio, les entró el tembleque y facilitaron las cosas para que los clubes siguieran donde siempre estuvieron. La explicación es la de siempre: los políticos les tienen miedo a los futboleros.

 

Pero, a su vez, los futboleros suelen tener pocos miramientos a la hora de juzgar a los políticos cuando estos meten la mano en la caja. Les indigna que haya políticos ladrones, pero en cambio no les indigna que el presidente del club de sus amores sea un ladrón. De hecho, el expresidente bético Manuel Ruiz de Lopera no cayó en desgracia pública por sus maniobras financieras en la oscuridad, sino porque el Betis bajó a Segunda. Sólo entonces fueron importantes sus delitos y faltas. No es probable que cuando Del Nido se siente dentro de un par de semanas en el palco del Sánchez Pizjuán se oiga ni un solo pitido ni se lea ni una sola pancarta afeándole su comportamiento delictivo. Los pitidos y las pancartas sólo aparecerán cuando el Sevilla pierda unos cuantos partidos. Puede que entonces, y sólo entonces, incluso algunos políticos se sumen a esos reproches que, cuando de verdad tocaba, no tuvieron la valentía de hacer.

 

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