Al sur a la izquierda

El salario del miedo

Desde que se levantó la veda y dejó de estar mal visto cazar políticos, los pobres ya no saben dónde esconderse ni qué hacer para que la gente deje de insultarlos, perseguirlos, zaherirlos, despreciarlos, bajarles el sueldo, quitarles el coche oficial... Sería interesante someter a un test psicológico en profundidad a militantes de la división juvenil de los partidos. ¿Por qué un joven se decide a militar en las juventudes socialistas, populares, convergentes, republicanas o comunistas? Cuando cumpla algunos años más, aunque no demasiados teniendo en cuenta cómo están las cosas en la política, su militancia juvenil acabará desembocando inevitablemente en la ocupación de algún cargo orgánico o institucional. Ese joven que hoy tiene 16, 18 o 20 años acabará siendo a poco que se descuide eso que hoy odia o desprecia todo el mundo: ¡un político! No podrá evitarlo. Si quiere evitarlo tendrá que darse de baja ahora mismo en las juventudes del partido, pero no quiere hacerlo por las mismas razones que un seminarista no se da de baja del seminario aunque sepa que ganará poco dinero, que jamás llegará a confesor de princesas o que su jefe puede ser un tipo como Martínez Camino. Eres cura porque no puedes dejar de serlo. E, igualmente, eres político porque no puedes dejar de serlo. Con lo mal pagados y mal visto que están ambos oficios, es obvio que la política o el clero no son una elección, sino más bien un destino.

La novedad de esta nueva temporada de caza contra los políticos es que ahora los cazadores son tanto de izquierdas como de derechas. En los setenta y los ochenta sólo la gente de derechas despreciaba a los políticos. Cuanto más derechas, más los despreciaba, y no sólo a los políticos de izquierdas. La novedad es que hoy los cazadores somos todos. La novedad, en fin, es que la gente de derechas ha ganado esta batalla. Por supuesto, la ha ganado con la inestimable ayuda de los propios políticos, pero el hecho de haberla ganado hace que los perdedores sean los ciudadanos.

El poder es algo que siempre es ejercido por alguien. Gobernar es un trabajo sucio pero alguien tiene que hacerlo. Y cuando ese trabajo no lo hace la política, entonces quien lo hace es el dinero, sólo que cuando el dinero hace política acostumbra a decirnos que en realidad él no está haciendo política, sino otra cosa: nos dice que está haciendo economía, contabilidad, prudencia, austeridad, sentido común, saneamiento, eficiencia, flexibilidad. De hecho, quien viene haciendo la política desde hace años es el dinero, sólo que no nos habíamos dado cuenta de ello hasta ahora. Sólo ahora hemos sabido hasta qué punto los políticos han acabado convertidos en unos pobres diablos que no mandan una mierda, y en ese hecho es donde radica la verdadera dimensión de esta crisis.

Esta semana, ayer mismo, el Parlamento de Andalucía ha atornillado más a los políticos, que desde 2009 han visto reducidos sus sueldos en un 20%. Ahora, el sueldo de los directivos de empresas públicas tendrá como tope 59.554 euros, algo menos que un consejero del Gobierno y que el propio presidente andaluz, que ganaba algo más de 81.000 euros hace tres años y ahora no llega a 64.000. Cualquier ejecutivo mediano de cualquier empresa mediana gana más. Cualquier jefe de sección o redactor jefe de cualquiera de esos periódicos que machacan cada día a los políticos gana el doble que ellos.

Una vez que consigamos que el sueldo de los políticos no supere en ningún caso el salario mínimo interprofesional; que acudan al trabajo en bicicleta preferentemente alquilada o bien de segunda mano si es de su propiedad; que les suprimamos el aire acondicionado en el despacho; que no tengan secretaria y mucho menos secretario; que no cobren desempleo si pasan al paro; que oculten a sus hijos pequeños que trabajan como políticos; que engañen a sus ancianas madres contándoles que se ganan la vida tocando el piano en un puticlub. Una vez que los hayamos asustado lo bastante y hayamos conseguido todo eso, ¿a quién diablos nos pensamos que vamos a ser capaces de convencer para que se ocupe de dirigir el puñetero chiringuito que, por definición, siempre necesita ser dirigido por alguien? ¿A un Monti, a un Draghi, a un De Guindos? ¿A un millonario, a un rentista? ¿A un redactor jefe?

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