Al sur a la izquierda

Romería andaluza contra el capitalismo mundial

Juan Manuel Sánchez Gordillo recorre Andalucía en peregrinación revolucionaria acompañado por sus fieles jornaleros para cantarle las cuarenta al capitalismo, a ver si así se entera de una vez de cuál es su verdadera catadura moral y empieza a hacerse una idea del infierno que le espera durante el resto del verano y en el próximo otoño. La romería promovida por el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) comenzó asaltando supermercados para requisar comida y ha seguido con la ocupación simbólica de bancos y cajas de ahorro, que han comprendido la jugada y se han avenido astutamente a negociar con los peregrinos las condiciones de la ocupación: las sucursales bancarias les abren las puertas, los peregrinos entran en ellas, improvisan una plegaria contra el capitalismo financiero internacional y prosiguen la marcha.

Juan Manuel y su gente siempre han sido buenos tácticos, pero pésimos estrategas. O ni siquiera eso: en realidad la estrategia les trae sin cuidado; les basta con ir cosechando brillantes éxitos tácticos aquí y allá. Sus incursiones en los supermercados para coger comida fueron precisamente eso: rotundos éxitos tácticos que pusieron el nombre del SAT en todos los telediarios nacionales y hasta internacionales. En términos estrictamente formales, jamás materiales, esas acciones recuerdan al ataque japonés a Pearl Harbor: un inequívoco éxito táctico, sí, pero enmarcado en lo que los historiadores de la guerra han denominado una "idiotez estratégica", dado que sus promotores no calcularon las terribles consecuencias que a medio plazo habría de tener su atrevida ocurrencia. Tomar supermercados es divertido, tiene una gran carga simbólica, engorda el ego revolucionario de sus protagonistas y ayuda a salir en los telediarios, pero poco más.

El problema no es el asalto mismo: el problema es el día siguiente. A medio plazo Gordillo le crea un problema insoluble a Izquierda Unida, que en Andalucía ha decidido de manera democrática (y abrumadoramente mayoritaria) ser un partido de gobierno, lo cual tiene entre otros inconvenientes el compromiso de cumplir y hacer cumplir las leyes, si bien tiene igualmente la nada desdeñable ventaja de poder cambiarlas. Izquierda Unida está en esa estrategia, tan poco brillante en términos tácticos, que consiste en ir cambiando las leyes para favorecer a los más desfavorecidos y protegerlos del capitalismo. No es un trabajo fácil. Ni grato. Te dejas las pestañas estudiando papeles y luego nadie te saca en los telediarios. Asaltar supermercados es más guay. Pero lo es para Gordillo y su gente, no para Izquierda Unida. Para Izquierda Unida es un marrón porque no sabe qué diablos decir para justificar esas ocurrencias tácticas ilegales lideradas por quien es parlamentario andaluz bajo las siglas de Izquierda Unida. Cabe preguntarse durante cuánto tiempo podrá seguir siéndolo. Cabe preguntarse durante cuánto tiempo seguirá teniendo derecho a serlo. Cabe preguntarse durante cuánto tiempo sus compañeros de IU estarán dispuestos a seguir cargando con las ingratas consecuencias de la egolatría revolucionaria de Juan Manuel.

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