Al sur a la izquierda

Los desahucios y la tasa Tobin

La modificación de la ley hipotecaria española se parece a la tasa Tobin en que hasta hace apenas un par de telediarios todo el mundo se burlaba de ella. ¿Todo el mundo? Bueno, es una forma de hablar. En determinadas cuestiones, ‘todo el mundo’ significa ‘todo el mundo que tiene poder efectivo para cambiar rápidamente las cosas’.

Socialistas y populares han dado un paso adelante y al fin han entendido que es posible mejorar la legislación hipotecaria y de enjuiciamiento civil para equilibrar el actual estado de cosas en que todo el poder pertenece a los prestamistas cuando se inician procesos de desahucio. Los populares se resisten a regañadientes a modificar la ley. Es lógico: han dicho tantas veces que era imposible hacerlo que ahora no quieren quedar como unos idiotas. Pero la posición de los socialistas no ha estado muy lejos de la de los populares.

Veremos si PP y PSOE llegan a un acuerdo. Veremos si la proposición de ley impulsada por los socialistas es un buen punto de partida para el consenso. La alusión al consenso no es por resabios ecuménicos ni por nostalgia de la Transición: es simplemente porque si hay nueva ley y no está pactada por, al menos, PSOE y PP, es seguro que no será una buena ley. Si entrara también en el consenso Izquierda Unida, entonces la reforma sería perfecta, pero como en política no suele haber reformas perfectas, mejor no hacerse ilusiones.

¿Por qué ha tardado tanto el PSOE en cambiar su posición en esta materia’ En realidad, en la respuesta a esta pregunta está la respuesta a por qué los socialistas han caído electoralmente tan bajo como han caído. El PSOE no fue sensible a los desahucios cuando gobernaba (y en su última etapa de gobierno ya había muchos desahucios) por muchos motivos: por inercia, por pereza, por lejanía. Por inercia política, por pereza ideológica, por lejanía social. Porque a ellos no los desahucian. Porque hace mucho tiempo que la élite dirigente del PSOE dejó de vivir en los barrios donde viven sus votantes más genuinos y que son los barrios donde suelen desahuciar a la gente.

Si el sistema político español logra torcer la ley de hierro de las hipotecas, será una buena noticia no sólo por razones de justicia social, sino porque por primera vez en esta crisis los acreedores habrán perdido una batalla frente a los deudores. Sería un gran precedente. Tan grande que podría llevar a mucha gente a pensar que, en el fondo, esta crisis económica tiene mucho de guerra mundial entre acreedores y deudores, que en esa guerra van venciendo los primeros y que si en España ganaban una batalla los segundos, tal vez en Europa sería posible repetir algún día la jugada.

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