Al sur a la izquierda

Defensa literaria del buey y la mula

La teología es una forma de literatura y, por tanto, no está sujeta a las exigencias de la razón ni a los rigores de la historia. Los problemas con la teología vienen cuando esta se hacer pasar por aquello que no es. Y el último libro del papa sobre la infancia de Jesús tiene ese problema: que es literatura, pero se hace pasar por historia. Cuando el pontífice se pregunta si "es cierto que Jesús fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nació de Santa María Virgen" y a continuación se responde que tal cosa es cierta "sin reservas", está en su perfecto derecho a hacerse tal pregunta y a responderla como lo hace. A lo que no tiene derecho a es a pedirnos que interpretemos su pregunta y su respuesta como si fueran un relato histórico, cuando en verdad son un relato literario. Un relato tan legítimo como lo es toda literatura, cuya manera de ser verdadera es distinta a la manera que la historia tiene de ser verdadera.

¿En el nacimiento de Jesús no hubo jamás una mula ni un buey, ni a los tres magos les fue indicado el lugar mediante una estrella, como asegura Ratzinger en su nuevo libro? La historia no tiene respuesta a tales preguntas. Ni tampoco las tiene la filosofía. Quien sí las tiene es la teología, es decir, la literatura.

Lo malo que tiene la opción narrativa adoptada por el papa es que como literatura no sólo no mejora el relato de Mateo o de Lucas sobre el nacimiento de Cristo, sino que claramente lo empeora. Es cierto que los Evangelios citan el pesebre, por ejemplo, pero no citan ninguna mula ni ningún buey. Ahora bien, el hecho de que no sean citados tales animales no significa que no pudieran andar por allí. Los evangelistas no eran Galdós o Zola. En su tiempo aún no se había inventado el realismo o el naturalismo. No eran escritores hiperrealistas que dieran cuenta de todos, de absolutamente todos los detalles. Unos detalles los consignaban en su relato y otro no. Como escritores tenían perfecto derecho a ello. ¿Lo tiene también el papa para escribir lo que ha escrito? Por supuesto que lo tiene. El hecho de que sea un escritor de menos vuelo narrativo que Lucas o Marcos no le quita el derecho a la creatividad, la conjetura o la invención.

El reproche mayor que puede hacerse a las tesis de Ratzinger es que haya empeorado el relato tradicional. ¿Acaso no es mucho mejor la escena del nacimiento de Cristo con buey y con mula que sin ellos? Sin estos animales la escena pierde calidez, humanidad y hasta realismo. El nacimiento de Cristo que pinta el papa es un nacimiento abstracto, helado, esquemático, sin nervio narrativo: es un nacimiento narrado por un mal escritor. No sólo Marcos o Lucas escriben mejor que el papa. También el pueblo, que añadió por su cuenta el buey y la mula al pesebre evangélico, escribe mejor que el papa.

Dicen que el papa es un gran teólogo y tal vez sea cierto. Ahora bien, es obvio que no se puede ser un buen teólogo en todos los estilos de teología, del mismo modo que no se puede ser un buen novelista o un buen poeta en todos los estilos de novela o de poesía. En este caso podría decirse, pues, que Ratzinger ha pecado de soberbio, lo cual no tiene mayor importancia en un escritor, pero está bastante feo en un papa.

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