Al sur a la izquierda

Póngame un metro (pero que sea el más caro)

Transparencia sí, pero no en mi partido. Centro de asistencia a drogadictos sí, pero no en mi barrio. Viviendas sociales sí, pero no junto mi casa. Austeridad sí, pero no en mi pueblo. La forma cambia, pero el fondo es el mismo. Una cosa es predicar y otra dar trigo. El refranero está plagado de alusiones a esa forma de actuar en la que el egoísmo y la hipocresía no solo se dan la mano, sino que además se dedican a dar lecciones de integridad a todo el mundo y se muestran prestos a escandalizarse si la pobre ética se atreve a insinuarles el más leve reproche.

Al improbable lector le vendrán a la memoria incontables ejemplos al respecto, aunque pocos tan apropiados como la ruidosa campaña que ha puesto en marcha el Ayuntamiento de Málaga, gobernado por el popular Francisco de la Torre, para exigir que TODO el metro que se está construyendo en la ciudad sea subterráneo, sin pararse a considerar algunos pequeños detalles: como que hacer todos los tramos bajo tierra costaría casi 450 millones de euros más que programar algunos de ellos en superficie o como que quien paga las obras no es el Ayuntamiento sino la Junta.

Buenas. Buenas. ¿Es aquí la Junta de Andalucía? Aquí es. Que venía a que me pusieran un metro. ¿Y cómo lo quiere? ¡Eso ni se pregunta, hombre de Dios! ¿Por quién me toma usted? El metro lo quiero subterráneo, por supuesto. ¿Pero completamente subterráneo? Naturalmente que sí, y no pienso repetírselo. El caso es que andamos cortos de existencias; hemos despachado mucho últimamente y a estas alturas de temporada lo único que nos queda es mitad y mitad, mitad bajo tierra y mitad por arriba, pero le aseguro que quedan muy bonitos y salen muy bien de precio. Pues me da igual que queden todo lo bonitos que queden o que salgan al precio que salgan: o todo subterráneo o monto el pollo. ¡A otros con las gangas! ¡O el metro mejor y más caro o tendrá usted noticias mías!

Del mismo modo que a Marco Antonio no le cabía duda de que Bruto era un hombre honrado pese a haber participado en el asesinato de César, a mucha gente no le cabe duda de que Francisco de la Torre es un hombre austero pese a haber impulsado una campaña política exigiendo a otros que se gasten más de lo que tienen. En muchas ciudades de todo el mundo hay tramos de línea donde el metro es un tranvía. Y no pasa nada. Sobre todo no pasa nada si se hace un diseño apropiado y sostenible de los trayectos al aire libre. Pero Paco de la Torre no quiere mariconadas de tranvías. ¿Y si no hay dinero? Ah, que se busque donde lo haya, que ese no es problema para un alcalde responsable. Málaga se merece lo mejor. Es más: se merece lo mejor de lo mejor de lo mejor. Y un buen alcalde está ahí para darle a su ciudad lo que se merece. Cueste lo que cueste y le cueste lo que le cueste (le cueste lo que le cueste a quien paga, se entiende, no a la ciudad. Y muchísimo menos al alcalde).

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