Al sur a la izquierda

Lo siento, me he equivocado... pero no voy a dimitir

En la gestión del conflicto de Ponferrada el Partido Socialista ha hecho algo peor que equivocarse: ha hecho el ridículo. Primero, la dirección federal da luz verde al partido en Ponferrada para aliarse con el acosador sexual Ismael Álvarez y arrebatar así la alcaldía al Partido Popular. Después, esa misma dirección cae en la cuenta del error político cometido e intenta arreglarlo haciendo dos cosas, una de ellas claramente inverosímil y la otra seguramente imposible: la cosa inverosímil, exculpar al secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, diciendo que él no conocía la operación; la cosa imposible, exigir al nuevo alcalde Samuel Folgueral que haga el ridículo una segunda vez dejando el cargo que esa misma dirección le había autorizado a ocupar.

Naturalmente los compañeros de Ponferrada se preguntarán si, además de ellos mismos, no debería pagar también algún precio alguien de la dirección federal, como por ejemplo Óscar López, secretario de Organización. López lleva repitiendo desde el viernes que la culpa es suya, que quien se ha equivocado es él, no Rubalcaba que, te lo juro por Arturo, no sabía nada. Pues bien, Óscar López debería tomar seriamente en consideración la propia confesión de sus pecados e imponerse a sí mismo una penitencia algo más severa que la consistente en admitir que se equivocó. Dimitir tal vez no sería mala idea. Si no informó de la operación a Rubalcaba tendría que haberlo hecho; y si lo hizo y ha decidido sacrificarse para salvar a su secretario general, el sacrificio, para que sea creído por la gente, debe ser real y no ficticio. Un sacrifico real es dimitir; uno ficticio es decir lo siento, me he equivocado, no volverá a suceder.

El Partido Socialista está gestionando este error político de un modo bastante parecido a como vienen gestionando los suyos la Casa Real o el Partido Popular: diciendo que asume sus responsabilidades pero sin asumirlas realmente, es decir, sin pagar precio alguno por asumirlas. En otros tiempo ello habría sido posible, hoy no lo es. Hoy el sistema de pesas y medidas que utiliza la cabreada ciudadanía para evaluar la conducta de sus dirigentes es mucho más exigente y preciso que antaño. El PSOE se ha equivocado gravemente y solo hay una manera de que los ciudadanos crean que de verdad el partido es consciente de que se ha equivocado gravemente: no solo diciendo lo siento, no solo diciendo me he equivocado, no solo prometiendo que no volverá a suceder. Esta vez no es suficiente pagar con palabras. Esta vez es preciso pagar con hechos. Estaría bien que dimitiera Samuel Folgueral, pero estaría mucho mejor que también lo hiciera Óscar López.

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