Al sur a la izquierda

Un director general a medias

La dimisión esta semana del director general de Canal Sur, Pablo Carrasco, vuelve a situar el debate sobre el modelo de la televisión pública andaluza en el mismo punto en que arrancó seis años atrás, cuando el Gobierno andaluz, siguiendo la estela impecablemente democrática marcada por José Luis Rodríguez Zapatero, promovió una nueva ley que prescribía la elección del director general de la RTVA por una mayoría parlamentaria cualificada.

Pero más que un regreso al pasado en sentido estricto, la dimisión de Pablo Carrasco será, sin él pretenderlo, un brusco acelerón en ese viaje hacia atrás que inauguró el año pasado Mariano Rajoy al dinamitar el proceso impulsado por Zapatero para independizar la televisión pública del Gobierno. Aquella decisión de Rajoy sobre la RTVE es la que marcará ahora la pauta sobre la RTVA, del mismo modo que la decisión de Zapatero en su día fue la que marcó la pauta de Chaves seis años atrás. Será inevitable: el regreso al pasado promovido por Rajoy dará cobertura moral y legitimación política al regreso al pasado que con toda probabilidad acabará promoviendo Griñán.

¿En qué consiste ese regreso al pasado? En que la televisión andaluza vuelva a las manos directas del Gobierno, que por lo demás es lo que siempre quiere todo Gobierno. En los últimos años ha estado en las manos del Gobierno andaluz, sí, pero lo ha estado de una manera indirecta, vicaria, o como diría María Dolores de Cospedal, de una manera diferida. Zapatero no reinventó el modelo televisivo, pero al menos le puso un nuevo traje mucho más democrático con la esperanza de que fuera cierto el dicho de que el traje hace al monje. Rajoy ha tirado ese traje a la basura y ha acudido al patrón de siempre: el traje a medida confeccionado por el Gobierno para la televisión pública.

¿Ocurrirá lo mismo en Andalucía? Es lo más probable. El acuerdo político entre PP y PSOE para consensuar un nuevo director general es imposible. Y no solo porque el acuerdo de gobierno con Izquierda Unida reduzca el margen de maniobra de los propios socialistas, sino porque ni éstos ni los populares tienen incentivo alguno para buscar un consenso que hoy por hoy los primeros no necesitan y los segundos no valoran.

¿Por qué ha dimitido Carrasco? Porque, sin que él fuera en absoluto el principal culpable de ello, siempre fue un director general a medias: tuvo el apoyo del Gobierno solo a medias, se entendió con la oposición solo a medias, tuvo unos presupuestos solo a medias, su equipo era suyo solo a medias, su sueldo inicial se lo dejaron a medias y los trabajadores, en fin, lo quisieron solo a medias. Lo único que nunca fue a medias fue su irreparable falta de entendimiento con el comité de empresa, que siempre quiso matarlo entero, no a medias.

Su sustituto es el periodista Joaquín Durán, un profesional respetado y solvente que conoce bien la casa, conoce bien al Gobierno y sabe bien, pues, con quién se juega los cuartos, todo lo cual dará sin duda más estabilidad institucional y orgánica a Canal Sur. Más estabilidad sí, pero no más dinero, lo cual significa que Durán no podrá eludir los recortes salariales que se avecinan en Canal Sur. O sea que también a él querrán matarlo. Y no precisamente a medias. ¿Cómo puede salvarse entonces? ¿Cómo sobrevivir si no en tanto que director general, sí al menos en tanto que periodista y en tanto que Joaquín Durán? Solo de una forma: no siendo un director general a medias. Pero eso, como sin duda Durán ya sabe, no está en su mano.

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