Antonio Baños

Twitter es facha

Al final, internet va a resultar ser un negocio tan local y doméstico como los puestos de castañas y boniatos. La red está deslizándose rápidamente hacia el dogma de aquella primera globalización de los 90, que defendía la libertad para mercancías y el control para las personas e ideas. Twitter se ha sumado a ese diseño y ha anunciado que deja de ser un servicio global para convertirse en una empresa franquiciada. Es decir, que acatará las leyes sobre libertad de expresión de cada estado de la misma manera que Mc Donalds se adapta a los gustos locales sirviendo gazpacho. Como suele pasar cada vez que se justifica la censura, se amparan en el Holocausto y las leyes antinazis. Bien jugado. Al fin y al cabo, esa fue siempre la misión de la corrección política, hacernos tragar la censura y encima creernos que era por motivos progresistas y enrollados.  

Con ésta noticia, más la catástrofe del ACTA, los sueños de libertad en la red se alejan a buen paso. Y se rompe la infantil mitología que sostenía que las redes sociales eran los kalashnikovs de una nueva revuelta alegremente twitteada y refrescantemente facebucante. Hace un año Goldman Sachs ya metió 500 millones de dólares en la subversiva e insurgente Facebook. Es decir que, por utilizar la terminología moderna, los del 1% ganan pasta cada vez que el 99% se queja de ellos a través de la red social. El otro día, Al Walid bin Talal se hizo un "ocuppy Twitter" al invertir 230 millones de dólares en la empresa. El compañero Talal es un jeque saudí que fue acusado de violar a una joven española en su yate en, seguramente, un infundio analógico.

El uso político de esas redes comerciales forma parte también de un espejismo. La revuelta verde de Irán o la primavera árabe no eran en absoluto movimientos antioccidentales pero ¿Alguien se imagina una revuelta antiamericana en Pakistán jaleada a través de facebook? ¿O una red de twitts yihadistas en Iowa? Twitter es facha. Pero lo es de buen rollo, sin acritud. Es facha porque es una empresa más del ultracapitalismo global interesada en la expansión eterna y en el beneficio infinito. Guay, es legítimo. La gran confusión se deriva seguramente de que conla LOGSEno se enseña marxismo como es debido, y lo de la propiedad de los medios de producción se tiende a resaltar poco al valorar un canal. Eso y que en el libro de texto de Educación para la ciudadanía, José Antonio Marina no machacó lo suficiente la idea de hegemonía en el sentido gramsciano, y por eso confundimos lo masivo con lo libre. Lo gratuito con lo comunitario.

 

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