A ojo

Amigos

Acaba de declarar el dictador venezolano Hugo Chávez que...
Sí. Ya sé que técnicamente hablando Chávez no es un dictador, pues ha sido elegido y reelegido democráticamente presidente de su país en elecciones libres. Pero el hecho es que sus métodos de Gobierno son dictatoriales. Leyes "habilitantes", mayorías parlamentarias falsas, control de prensa, caprichos de ventolera.
(Que eso sea bueno o malo para los venezolanos es otra historia).
Sigo. O vuelvo atrás.

Acaba de declarar el dictador de Venezuela, el coronel golpista fracasado y fugazmente preso, el presidente democráticamente elegido y aún más fugazmente derrocado, y el gobernante que ha prometido quedarse en el cargo para siempre, que él no traiciona a sus amigos. En este caso, al coronel golpista triunfante y desde hace 40 años dictador de Libia Muamar Gadafi. El cual tampoco es, técnicamente hablando, un dictador: es sólo el "guía" perpetuo de su personal revolución verde islámica, como lo es el venezolano Chávez de su propia revolución del siglo XXI. Acaba de decir Chávez, como vengo diciendo, lo siguiente:
–Sería un cobarde si condenara a quien ha sido mi amigo.

Al contrario de lo que han hecho los demás "amigos" de Gadafi en los últimos días, desde cuando empezaron a voltearse las tornas. Desde los gobernantes italianos hasta los chinos, pasando por los zimbabuenses y los franceses, los españoles y los rusos. Y, por supuesto, los norteamericanos. Y este "por supuesto" no lo digo por antiamericanismo visceral, como ese que le critican a Chávez por el hecho de que le sale de las vísceras; sino porque la historia no deja mentir: nunca se ha dado el caso, desde que los Estados Unidos existen como país independiente, de que sus gobernantes no hayan aprovechado la menor oportunidad de traicionar a un amigo. Que se lo pregunten, si no, al haitiano L’Ouverture abandonado por el presidente Jefferson hace un siglo, o al egipcio Mubarak abandonado por el presidente Obama hace quince días.
Pero es que, justamente, los gobernantes de los Estados Unidos no son viscerales: no tienen entrañas, sino intereses: los intereses más o menos generales de su país, y no sólo los suyos personales. Otro tanto sucede con los de Italia o los de, yo qué sé, Corea del Sur. Chávez en cambio, que es un dictador, como Gadafi, tiene amigos.
O eso cree él.

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