A ojo

El error imperial

Empezó ya la retirada norteamericana de la guerra perdida de Irak. Pero el presidente Barack Obama ha prometido continuar "hasta la victoria" la guerra de Afganistán, que también lleva trazas de perderse. Empezó hace siete años, como una rápida operación de castigo contra el terrorismo de Al Qaeda de Osama bin Laden y sus aliados, los fanáticos talibanes. Hoy hay en el país más de 60.000 soldados norteamericanos, y otras decenas de millares de países aliados, y el coste anual de la intervención es de unos 10.000 millones de dólares. Pero, según los generales que la mandan, se necesitan unos 30.000 hombres más durante otros cinco años para que el Gobierno leal (a Occidente) pueda fortalecer su propio Ejército afgano y controlar el territorio.

Obama está repitiendo el error de sus predecesores en la guerra de Vietnam, hace medio siglo. El de Nixon, que repitió el cometido por Johnson, que repitió el de Kennedy, que repitió el de los franceses. Expandir la guerra a los vecinos: hoy a Pakistán, como entonces a Laos y Camboya; profundizarla, implicando cada vez más recursos y tropas, además de un ejército local (cipayo, se hubiera llamado en otros tiempos menos hipócritas) costoso, corrupto e ineficiente. Y, como consecuencia, está logrando multiplicar en vez de reducir el resentimiento anti occidental de la población, no sólo en Afganistán, sino en todo el inmenso arco del mundo islámico. Resentimiento que se traduce en terrorismo. Es un error que podríamos llamar imperial: los imperios no ganan las guerras, sino que las extienden.

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