Apuntes peripatéticos

¿Suicidio colectivo?

Aventuré la semana pasada que, fuesen los que fuesen los resultados de los comicios del 22-M, la fecha podía significar, para la izquierda, el inicio de la "nueva etapa" que Mariano Rajoy pronosticaba únicamente para el PP. Pese a lo abrumador de la debacle socialista que acaban de registrar las urnas, lo sigo pensando. Y ello con los ojos puestos sobre todo en la victoria de las derechas en las elecciones de octubre del 1933, y en sus secuelas.
Aquella victoria fue posible porque las distintas formaciones conservadoras tuvieron la previsión de ir unidas a votar (en tiempos de acuciante crisis económica), bajo el paraguas de la Confederación Española de Derechas Autónomas, liderada por Gil Robles. Lo cual, ante la incapacidad de las distintas fuerzas de izquierdas y progresistas para poner en pie una coalición de signo opuesto, les brindó a las huestes cedistas los dos años en el poder luego conocidos (no por todos, claro) como "Bienio Negro".

No se repitió el mismo error en febrero de 1936. Y me cuesta trabajo creer que, si entonces fue posible la creación de una alianza electoral capaz de impedir que siguiesen en el poder los del otro bando, no lo sea hoy.
Cuando leo que, en Extremadura, Izquierda Unida podría negar su apoyo al PSOE y permitir que el PP gobierne en aquella comunidad, se me cae el alma al suelo.
Ante la suma gravedad del reto de las cercanas generales es imprescindible, a mí por lo menos me lo parece, un frente común progresista capaz de ilusionar a la gente, de recuperar a los desafectos y abúlicos, de ofrecer esperanza... ¿O es que preferimos ir hacia el suicidio colectivo?

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