Apuntes peripatéticos

La otra media

Mariano José de Larra se asoma cada cierto tiempo a estos apuntes, y sería mucho pedir que no lo hiciera en momentos en que se está demostrando que aquí tenemos todavía una derecha que no perdona.

Se impone en pleno proceso a Garzón una relectura del artículo tal vez más tétrico del escritor, "Día de difuntos de 1836. Fígaro en el cementerio", en el cual quiere transmitir al lector la profunda depresión que le produce el espectáculo del país tres años después de la muerte del tiránico Fernando VII. Su melancolía, dice, es como la de una viuda "que tiene asignada pensión sobre el tesoro español"; de un heredero cuyo acaudalado tío indiano fallece repentinamente... sin testar; o de un militar "que ha perdido una pierna por el Estatuto y se ha quedado sin pierna y sin Estatuto". Fígaro no acompaña a la muchedumbre que, en fecha tan señalada, sale de la ciudad camino de los camposantos. ¿No se han dado cuenta de que el cementerio está dentro de Madrid, de que es Madrid? Felices, de todas maneras, los muertos de verdad, "que no son presos ni denunciados". De los epitafios que va transcribiendo nuestro hombre a su paso por la fantasmagórica necrópolis yo me quedo con el de la Bolsa ("¡Aquí yace el crédito español!") y, sobre todo, el de los ministerios: "Aquí yace media España: murió de la otra media". Larra, que, como se sabe, se suicidó a los pocos meses, no aguantaba ya tanta discordia patria. Desde entonces han pasado 173 años y, por lo que se ve, la otra media sigue impertérrita. Yo no sé si a usted, pero a mí ello me está poniendo enfermo.

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