Aquí no hay playa

Mi primera campaña electoral

Estoy escribiendo este artículo a las tres de la madrugada. Y esta vez no se debe al insomnio. Se debe a que hoy, 8 de mayo, comienza la campaña electoral para las elecciones municipales y autonómicas de la Comunidad de Madrid. Para mí, al igual que para miles de madrileños y madrileñas, no es una campaña más. Es la primera campaña electoral que siento como propia, la primera en la que la gente corriente tenemos la oportunidad de ganar a los poderosos.

Nos encontramos ante una campaña que, sin duda, se enmarca en un momento excepcional; y no se asemeja a ninguna otra que haya vivido nuestro país. Por un lado, el bipartidismo, que comenzó a desmoronarse el 15 de mayo de 2011, vive sus horas más bajas: las encuestas le otorgan menos del 50% de los votos y apenas goza de legitimidad, incluso entre sus votantes más incondicionales. Por otro lado, la irrupción de Podemos y las candidaturas municipalistas ha puesto sobre la mesa alternativas que están en disposición de disputar, además del sentido común, las instituciones a quienes hace tiempo dejaron de ser dignos de habitarlas.

Anoche, mientras algunos daban el pistoletazo de salida cenando con el IBEX 35 o repitiendo las mismas mentiras electorales que prometieron hace cuatro años, las calles de Madrid se inundaron de globos, carteles y bicicletas que anunciaban el cambio que lleva fraguándose años en nuestra región. Centenares de personas se congregaron en las plazas de sus barrios y sus municipios para comenzar juntas la cuenta atrás hasta el 24 de mayo, para dar a conocer los proyectos y las personas que van a llenar de dignidad las instituciones porque las van a poner al servicio del conjunto de la sociedad.

No es sencillo. No contamos con las grandes maquinarias de los partidos viejos, ni con los millonarios préstamos que los bancos otorgan encantados al resto de formaciones políticas sabiendo que los devolverán a base de favores. Pero en Podemos y Ahora Madrid contamos con algo que no tienen, y nunca tendrán: alegría, ganas de cambio, ilusión, generosidad y sobre todo gente, mucha gente.

A la campaña del miedo, la mentira, la infamia y el gatopardismo, vamos a enfrentarla con propuestas, debate, calor popular, imaginación y el convencimiento de que está todo por ganar. No sólo porque más del 40% del electorado aún no tenga decidido su voto, sino porque sabemos que si no hacemos política vendrán otros a hacérnosla.

Quedan quince días de dormir poco, trabajar mucho, convencer a quienes aún dudan, presentarnos a quienes aún no nos conocen; quince días para argumentar, para presentar nuestras propuestas, de sudar la camiseta y currar como si no hubiera mañana. Sabemos que nos estamos jugando no sólo el Madrid que tendremos en las próximas décadas, sino también la posibilidad de conservar el legado que nos dejaron nuestros mayores.

Y sí, resulta extraño, mucho, pegar carteles en los que aparece uno mismo pero no más que vernos con la responsabilidad que conlleva este momento histórico. No es tiempo de repliegues, titubeos o conformarnos con empatar. Toca salir a ganar. Madrid y su gente merecen algo mejor. Convirtamos a Madrid en la capital del cambio. Es ahora.

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