Aquí no se fía

Que los rescates bancarios no los paguen los de siempre

La banca anda con la mosca detrás de la oreja a cuenta de las últimas medidas anunciadas para que los contribuyentes no tengamos que apechugar con futuras crisis financieras. Los ministros de Economía de la Unión Europea acordaron ayer que, en caso de rescate, las entidades aporten un 0,8% de sus pasivos antes de pedir ayuda a Bruselas. Y aquí el Banco de España ha emitido una recomendación para que el dividendo en efectivo no supere el 25% de los beneficios de cada año y el resto sea destinado a reforzar la solvencia.

El 0,8% de aportación a eventuales rescates habría que conseguirlo mediante quitas que incluirían a los depósitos superiores a los 100.000 euros, aunque los gobiernos nacionales se han reservado la capacidad de introducir algunas exenciones. Eso significa que parte de ella recaería directamente sobre las espaldas de los ahorradores; si no los más pequeños, sí los medianos y grandes. Como si, en vez de dejar su dinero en los bancos por seguridad y para que no pierda valor, hicieran una auténtica inversión de riesgo.

Las limitaciones en el reparto de dividendos, en cambio, son un varapalo para el accionista, cuya perspectiva de rentabilidad inmediata empeora, pero mejora la solvencia de su apuesta a medio y largo plazo. Lo que no tiene ningún sentido es que, en los últimos años, algunos bancos hayan repartido hasta cuatro veces el importe de sus beneficios, muy mermados por la obligación de constituir nuevas provisiones para hacer frente básicamente a los quebrantos derivados de la catástrofe inmobiliaria.

Que los ahorradores, a partir de ciertas cantidades, tengan que contribuir a los rescates bancarios puede ser inevitable, salvo que sigamos pagándolos entre todos, como ha ocurrido hasta ahora. Pero que los accionistas sean los más perjudicados en un caso así es natural, porque al fin y al cabo las entidades son suyas, para lo bueno y para lo malo. Lo que no tiene un pase es ese mantra de los capitalistas de pacotilla, de que los beneficios son privados y las pérdidas deben ser públicas.

Hay quien se queja de que la recomendación del Banco de España es una injerencia intolerable en la gestión de las entidades, la mayoría de las cuales están capeando el temporal por sí solas. Sin embargo, eso no es del todo cierto, porque los miles de millones de euros que nos estamos gastando, además de para sufragar rescates concretos, sirve para garantizar la estabilidad del conjunto del sistema financiero. Una estabilidad que no sólo han puesto en entredicho las cajas de ahorros, sino todo un sector codicioso, que quiso sacar demasiado partido de la ya lejana época de bonanza.

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