Aquí no se fía

Gowex, Fórum Filatélico, preferentes: siempre pierden los más débiles

Parece mentira que estas alturas y con todo lo que ha caído puedan estallar todavía escándalos como el de Gowex. Que una empresa tenga la posibilidad de falsear sus resultados durante años sin que salten las alarmas es impresentable. Más aún cuando estaba cotizando en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB), esa especie de segunda división para empresas de menor tamaño, pero que también tiene sus reglas. Una reglas por las que obviamente no se ha velado con la suficiente diligencia, como los hechos demuestran.

Alrededor de 50.000 pequeños ahorradores, que habían invertido entre 10.000 y 15.000 euros cada uno, perderán casi con toda seguridad su dinero. Y aquí no vale decir que deberían haber medido mejor los riesgos, porque ellos no son víctimas de la coyuntura o de una deficiente gestión, sino del más burdo engaño. El hasta hace una semana presidente de Gowex, Jenaro García, mintió descaradamente a todos sobre la marcha de la empresa: a trabajadores, a clientes, a acreedores y, por supuesto, también a sus accionistas, como él mismo ha tenido el detalle de reconocer.

¿Pagará alguien por este fraude o los tribunales se encogerán de hombros ante cualquier reclamación por la posible responsabilidad de la Administración en general o de un regulador en concreto? Si yo estuviera entre los 50.000 damnificados, me pondría en lo peor: no hay más que recordar otros casos sangrantes, como el de Afinsa y Fórum Filatélico, para hacerse una idea de lo que puede pasar. A día de hoy, el medio millón de personas pilladas en la estafa de los sellos sólo ha recuperado un 10% de su inversión, y el Estado no ha puesto un duro, a pesar de que fallaron todos los controles.

Tampoco es muy alentador lo ocurrido con el timo masivo de las preferentes, con las que bancos, cajas de ahorros y otras grandes empresas captaron más de 20.000 millones. Unos han devuelto el dinero a los afectados en mejores o peores condiciones; pero otros les han obligado a asumir considerables pérdidas. Aunque la justicia tiene la última palabra, todo apunta a que ahí no cumplieron debidamente sus obligaciones, como mínimo, la CNMV y el Banco de España. ¿Va a resarcir alguien a los 700.000 pequeños ahorradores que suscribieron preferentes? Seguramente, no. Es más: de momento, ni siquiera se ha sentado a nadie en el banquillo por ello.

Hay quien sostiene que los accionistas de Gowex, los inversores en sellos y los preferentistas tienen bien merecido lo que les ha ocurrido, porque sólo les movía la codicia. Pero ésa no es la cuestión. La cuestión es por qué las autoridades no frenaron a tiempo las tropelías de quienes tan mal uso hicieron del dinero ajeno, por qué no funcionaron los filtros y por qué, en definitiva, pasó algo que nunca debía haber pasado. Para eso pagamos legiones de inspectores de todo tipo, que a veces demuestran más celo para acosar a los ciudadanos corrientes que para protegerlos.
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