Aquí no se fía

No nos dejemos engañar: habrá nuevos recortes

Después de tantas mentiras, se hace muy cuesta arriba creer a este Gobierno, sobre todo cuando asegura que la época de recortes ha terminado ya. Lo dijo al presentar sus últimos cambios en materia tributaria y lo ha repetido ahora, tras la divulgación de un inquietante documento con 255 medidas para reducir aún más el gasto público. Entre ellas, nuevas fórmulas de copago sanitario, el aumento del número máximo de alumnos por clase y otro hachazo al sueldo de los funcionarios.

El documento es tan infumable que ni el Ministerio de Hacienda ni las comunidades autónomas —que son las que supuestamente han promovido esos recortes— quieren asumir su paternidad. De todas formas, si no hay un cambio de planes, el Consejo de Política Fiscal y Financiera abordará el asunto la semana próxima, y ahí unos y otros tendrán que mojarse. Aunque la proximidad de un año de tan alta densidad electoral como 2015, en el que habrá municipales, autonómicas y generales, les aconseje escurrir el bulto.

Ese apretado calendario, y la incertidumbre sobre su desenlace, no ayudan precisamente a entender por qué se ha hecho llegar a la opinión pública un documento que sólo puede despertar la irritación social. Todavía no han cicatrizado las heridas abiertas en las espaldas de los ciudadanos por el flagelo con que se les trata desde aquel malhadado mayo de 2010 en que Zapatero abrazó la política de ajustes. Una política que Rajoy siguió aplicando después, con el resultado de ralentizar la recuperación.

Por culpa del austericidio, tenemos menos puestos de trabajo pese a la EPA de ayer, cobramos menos dinero y, en definitiva, somos más pobres que antes del inicio de la crisis. El Gobierno dice que la mejora de la situación se encuentra a la vuelta de la esquina, pero la verdad es que no se ve síntoma alguno de que vaya a ser así, al menos en la calle. Sólo ciertos datos macroeconómicos –no todos– y el bolsillo de los especuladores, gracias a la mejora de esa caricatura de la economía que es la Bolsa, muestran un panorama mejor.

De ahí que para el común de los españoles la posibilidad de nuevos recortes constituya una auténtica provocación, y por eso su filtración sólo se entiende si con ella alguien pretende pincharlos. Aun así, de lo que no cabe duda es del manifiesto deseo de al menos una parte del Gobierno de dar otra vuelta de tuerca al gasto público, como si el Estado, con los servicios sociales a la cabeza, no estuviera ya suficientemente depauperado. Puede que no lo hagan ahora, por puro cálculo electoral; pero, si vuelven a ganar, seguro que lo acaban haciendo.
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