Aquí no se fía

Crecimiento sin empleo

La última EPA puso de manifiesto la inconsistencia de la recuperación que pregona el Gobierno y que, según todos los sondeos de opinión, la inmensa mayoría de los ciudadanos con acaba de ver por ninguna parte. Aunque su impacto sobre las cifras del paro fue atenuado por el descenso de la población activa, durante el primer trimestre de 2015 volvió a destruirse empleo y no en un volumen insignificante. Según los datos proporcionados por el INE, se perdieron nada menos que 114.300 puestos de trabajo en comparación con el periodo octubre-diciembre del ejercicio pasado.

Lo más llamativo de ese retroceso es que coincidió con un crecimiento de la economía española del 0,9%, el porcentaje más alto desde que estalló la crisis, como hemos sabido ahora. Si se cruzan las series históricas del PIB y de la EPA a partir de 2000, es posible observar que con una tasa así nunca antes se había perdido empleo. Todo lo contrario, siempre aumentó el número de puestos de trabajo, en una horquilla que va de los 72.000 de primer trimestre de 2007 a los 424.500 del segundo de 2005.  

Por qué ha ocurrido esto parece evidente: la sustitución de contratos fijos por contratos temporales, que permite a los empresarios utilizar cada vez más a los trabajadores como simples objetos de quita y pon. Cerca de 140.000 empleos eventuales netos se evaporaron entre enero y marzo, centrados básicamente en sector servicios y, dentro de él, en el comercio, donde se desplomó el empleo tras el fin de las temporadas de Navidad y rebajas. Una circunstancias ésta que demuestra hasta qué punto no hay todavía suficiente confianza en que la recuperación económica sea real y sostenida. 

La mejor prueba de que los empresarios ven el futuro con optimismo para sus negocios es que ofrecen contratos estables a su personal. Pues bien, en el primer trimestre de 2015 subieron los puestos de trabajo de carácter indefinido, pero sólo en 25.300, frente a los 349.000 del mismo periodo de 2007, que fue la última vez que España creció al 0,9% antes de que la crisis se nos viniera encima. Y entonces también había el fuerte componente estacional al que alude el Gobierno para justificar los malos datos de la EPA conocida en abril.

De todas formas, no nos engañemos: lo que hace el INE es poner cifras a una realidad a la que los ciudadanos no son ajenos porque la padecen sus propias carnes. De ahí los pésimos resultados cosechados por el PP en las elecciones andaluzas y el batacazo que las encuestas le auguran para las municipales y autonómicas del 24 de mayo. Porque la decepción de los votantes con el partido de Rajoy obedece a múltiples razones, pero una de ellas es sin duda que, en muchos aspectos, tantos sacrificios no hayan servido todavía para nada.

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