Aquí no se fía

¿Alguien se cree los presupuestos de Rajoy?

Las mentiras de Mariano Rajoy tienen las patas tan cortas como todas las demás. El presidente del Gobierno se empeñó en hacer unos Presupuestos Generales del Estado para 2016 a la medida de su conveniencia. Y no tuvo el menor empacho en torturar burdamente las cifras hasta que dijeran lo que quería oír. Pero al final, como no podía ser de otra forma, le han pillado con el carrito del helado. A él y a Cristóbal Montoro, colaborador necesario en el ardid por su condición de ministro de Hacienda.

Primero fue la Comisión Europea la que advirtió de que con esos presupuestos el objetivo de déficit no se puede cumplir porque los ingresos están hinchados en unos 9.000 millones de euros, cosa que reiteró ayer. Y ahora es la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), organismo encargado de velar por la sostenibilidad financiera de las cuentas públicas, la que ha dicho que no se cree las de la Seguridad Social. No por las previsiones de gasto, sino por las de recaudación, que considera injustificadamente optimistas.

A las objeciones de Bruselas, el Gobierno reaccionó airadamente, asegurando que siempre ha cumplido con sus objetivos de déficit, lo cual no es verdad. E incluso aludió malintencionadamente al origen socialista del comisario de Asuntos Económicos, el francés Pierre Moscovici. Al presidente de la Airef, José Luis Escrivá, sin embargo, tiene más difícil desautorizarlo, porque no se le conocen antecedentes políticos y porque fue el propio Gobierno el que lo nombró, aunque con el respaldo mayoritario del parlamento.

Las críticas de unos y otros son potentes torpedos contra la línea de flotación del relato sobre la salida de la crisis que Rajoy está utilizando en su exclusivo provecho. Según ese relato, todos los sacrificios impuestos a los españoles durante la legislatura habrían merecido la pena, al sacar a flote el país que José Luis Rodríguez Zapatero dejó. Y, gracias a la recuperación, España podría permitirse el año próximo unos presupuestos menos restrictivos que en los anteriores e incluso alguna rebaja de impuestos.

El problema es que, si las cifras están tuneadas, si los principales encargados de supervisarlas no le dan crédito, el discurso de Rajoy se queda prácticamente en nada. ¿Qué va a vender en la campaña electoral si sus únicas apuestas han sido reflotar la economía y recortar derechos y libertades? ¿Cómo justificará cuatro durísimos años de mandato en los que es dudoso que nos haya sacado realmente de la recesión? ¿Acaso pretende sacar pecho con la catastrófica reforma laboral o con la infumable ley de seguridad ciudadana?

Yo creo que no. Intentará capitalizar a toda costa el conflicto con Cataluña y seguirá erre que erre con su cantinela habitual, ocultando adrede que somos más pobres y más desiguales y tenemos un empleo de peor calidad que cuando llegó. Porque, en el fondo, no lo duden, sigue tomándonos por idiotas.

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