Aquí no se fía

Ya no es la recuperación, ahora es España

Mariano Rajoy ha estado meses con la cantinela de la recuperación. Debía de creer que ésa era su mejor –o quizás única– baza electoral. Pero últimamente las cañas se le han vuelto lanzas. El empleo ya no presenta las cifras de este verano, tan alentadoras en apariencia. Y las previsiones macroeconómicas para 2016 de las principales instituciones nacionales e internacionales son bastante menos optimistas que las del Gobierno. El consumo público y el de los hogares se ralentizarán, igual que la inversión. Las exportaciones seguirán mejorando, pero no lo suficiente para que el PIB crezca al ritmo de este año. Como consecuencia de todo ello, la tasa de paro continuará por encima del 20%, aunque baje algo.

Con semejantes perspectivas, Rajoy sabe que le va costar mucho mantener su discurso triunfalista en economía. Y más aún después de los varapalos sucesivos que la Comisión Europea y la Autoridad Fiscal Independiente han propinado a sus últimos Presupuestos. En Bruselas no se creen el objetivo de déficit y han advertido que harán falta nuevos recortes por importe de 9.000 millones de euros. Y la Autoridad Fiscal Independiente, un organismo de reciente creación en España, ha puesto en solfa la recaudación de la Seguridad Social anunciada por el Gobierno, ya que la pésima calidad del empleo creado repercute negativamente en sus ingresos.

Bien que adornándose con las cautelas de rigor, el presidente ha intentado convencernos de que, si conserva el cargo tras el 20 de diciembre, pronto veremos cómo los perros se atan con longanizas. Cómo la sangre corre alegre por las venas hasta ahora esclerotizadas de la economía. Cómo se alcanzan en un abrir y cerrar de ojos los veinte millones de empleos y vuelve a reinar entre nosotros el bienestar. Entonces comprenderemos que todos los sacrificios impuestos por él –con más rigor a unos que a otros– han merecido la pena.  Los hachazos a los servicios públicos básicos, los derechos perdidos por los trabajadores, las injustas subidas de impuestos...

Por mucho que Rajoy se empeñara, con esa rueda de molino es difícil comulgar, y de ahí que haya puesto todos los focos en Cataluña de unas semanas a esta parte. La endeble recuperación, cada vez de más dudosa rentabilidad electoral, ha pasado a un segundo plano, al menos de momento, en el discurso del presidente. Ahora toca jugarse el todo por el todo al supuesto riesgo de que se rompa España. Un riesgo que él ha contribuido a engordar por su incapacidad para conjurarlo a tiempo con soluciones políticas y por su indolente decisión de que resuelvan el problema los tribunales. Ya no le interesa tanto hablar de la recuperación. Prefiere capitalizar lo que pasa en Cataluña.

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