Aquí no se fía

No sobran universitarios, falta empleo para ellos

Ha circulado estos días un informe muy revelador de la Fundación Conocimiento y Desarrollo -que preside Ana Botín- sobre la relación entre los puestos de trabajo y la cualificación de quienes los ocupan. El informe viene a decir que el 33% de los titulados superiores cuentan con una preparación mucho mayor de la que realmente requiere su empleo actual; en el caso de que lo tengan, claro está.

Esta "sobreeducación" es general en toda España, aunque hay diferencias notables entre comunidades autónomas: Navarra, por ejemplo, tiene una tasa del 25,2%, mientras que en Castilla y León llega al 44,7%. Lo cual significa que las desigualdades territoriales también existen en cuanto a las posibilidades que tienen los jóvenes de conseguir un puesto de trabajo acorde con su formación.

A mí, sin embargo, no me gusta nada el término sobreeducación, porque estoy firmemente convencido que la educación nunca es demasiada, como parece sugerir esa palabra. Prefiero hablar de subempleo, que en mi opinión refleja más fielmente la situación laboral de miles y miles de universitarios que no tienen la suerte de ejercer la profesión para la que durante años se han preparado.

Puede que alguno de ustedes piense que eso es hilar muy fino o que la realidad no cambia porque se etiquete con una u otra palabra. Están en su perfecto derecho de creerlo así, pero tengan en cuenta que sobreeducación y subempleo no demandan exactamente la misma solución. Para paliar la sobreeducación bastaría con que hubiese menos universitarios, mientras que el subempleo puede y debe atajarse generando puestos de trabajo de mayor calidad.

Por supuesto que no es fácil, y menos aún en un país donde cada vez cuesta más que a la gente la contraten en unas condiciones simplemente decentes. Ahora bien, para el presente y el futuro de España es mejor aplicarse a la tarea de generar empleo de calidad que cerrar universidades. Por más que la existencia de algunas tenga poca justificación y el nivel académico de todas pueda ser mejorable.

La educación hace ciudadanos libres y es un derecho al que todos los seres humanos deben tener la posibilidad de acceder en igualdad de oportunidades. Incluso si la economía no puede proporcionarles luego una adecuada salida profesional. Entre otras cosas, porque quizás no se la proporcione hoy, pero sí mañana.

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