Aquí no se fía

Rajoy, la tumba del PSOE

Mariano Rajoy no ha mostrado a día de hoy síntoma alguno de arrepentimiento por sus cuatro años largos de Gobierno. Todo lo contrario. Dice estar sumamente orgulloso de unas políticas que, a la postre, sólo han servido para recortar las libertades, aumentar la desigualdad y empujar a millones de españoles más allá del umbral de la pobreza.

Tampoco parece arrepentido por la displicencia con la que él y los suyos trataron al resto de las fuerzas parlamentarias, abusando de su mayoría absoluta. Pese a la clara oposición de la inmensa mayoría de ellas, sacaron adelante leyes tan retrógradas como la de seguridad ciudadana, la de educación o la reforma laboral.

Aparte de estar manchada por la corrupción, toda la primera legislatura de Rajoy fue una suma de despropósitos que, en materia económica, quedaron relativamente velados por la marcha favorable de la coyuntura internacional. Las contraproducentes políticas de austeridad habrían sido aún más nocivas si no llegan a coincidir, por ejemplo, con un desplome sin precedentes del precio del petróleo.

Como consecuencia de ello, el crecimiento está cogido con pinzas y España ha alcanzado el nivel de deuda pública más alto de su historia. Por no hablar del sistema de pensiones, cuya sostenibilidad se encuentra gravemente comprometida, debido a la obsesión del Gobierno con mejorar los datos de empleo a base de abaratarlo y empeorar su calidad.

Tras las elecciones del 20 de diciembre, Rajoy comprendió que esa mochila le impedía recabar los amplios apoyos que necesitaba para ser investido presidente de nuevo y declinó la invitación del rey. Sin embargo, los resultados del 26 de junio le han envalentonado y, ahora sí, ha anunciado que está dispuesto a intentarlo.

Reclama a tal fin el respaldo del PSOE, único partido en condiciones de evitarle el vía crucis de gobernar en minoría. Y algunos barones socialistas, a los que secunda Felipe González, han dicho a las claras que cualquier cosa es mejor que unas terceras elecciones, incluida la abstención que mantendría en el poder a Rajoy.

Ya sé que, en ese caso, el presidente estaría políticamente secuestrado, con grandes dificultades para sacar adelante sus iniciativas en el Congreso y con la amenaza permanente de una moción de censura. Pero si la idea es prestarle los votos que necesita y luego no dejarle gobernar, creo que para ese viaje no hacen falta alforjas.

No, el PSOE no debe contribuir a que repita Rajoy. Sobre todo cuando el presidente en funciones no ha ocultado su intención de continuar desarrollando lo que él llama su "programa de reformas", que hasta ahora ha consistido básicamente en laminar los derechos que a los trabajadores les costó muchos años conquistar.

Hay que olvidarse del retrovisor y mirar hacia adelante, dicen algunos. Pues bien, si lo hacemos, el panorama es aterrador. La electoralista bajada de impuestos y las trampas del presupuesto de 2016 van a servir para justificar nuevos recortes, salvo que el Gobierno logre una tregua de Bruselas. No menos de ocho mil millones, que Rajoy intentará sacar de donde siempre.

¿Es eso que lo va a permitir el PSOE? ¿Para eso le votaron sus electores? ¿Para que vuelvan los sufrimientos de 2012, 2013, 2014...? Yo lo dudo mucho, si quieren saber mi opinión. Que ser acusado del bloqueo político tendría serias consecuencias para el partido socialista, es muy posible. Pero estoy seguro de que apoyar a Rajoy sería su tumba.

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