Aquí no se fía

Los tics machistas del mercado laboral

Es una realidad que salta a la vista. No hay más que darse una vuelta por las aulas universitarias españolas para constatarla. La presencia femenina en la enseñanza superior es mayoritaria. Y en algunas carreras, sencillamente abrumadora. Desde hace años, además.

Lo que no resultaba tan evidente, al menos para quien esto escribe, es que las mujeres se hubieran recuperado ya de un atraso histórico. No sólo hay más alumnas que alumnos, sino que el número total de mujeres con estudios universitarios sobrepasa al de hombres.

Y no se trata de una percepción o de una estimación. Son datos de la última Encuesta de Población Activa, la célebre EPA que elabora el Instituto Nacional de Estadística. Al cierre del primer trimestre de 2017 había 5.695.100 tituladas superiores y 5.176.000 varones.

Medio millón de diferencia a favor de las mujeres. ¿Quién se lo iba a decir a aquellas que, hace menos de siglo y medio, tuvieron que vencer resistencias hoy inconcebibles para abrirse paso en un ámbito educativo que entonces todavía tenían vedado?

La presencia femenina también es cada vez mayor en todos niveles, incluida la formación profesional. Y eso permite pensar que las mujeres, con carácter general, están igual de preparadas que los hombres para incorporarse al mundo del trabajo. O más.

Siendo así, ¿tienen las mismas oportunidades? Pues parece que no. Las estadísticas, tan frías pero tan reveladoras, dejan poco lugar a dudas. Porque, frente a una tasa de paro masculina del 18,7%, la femenina es del 20,5%; es decir, dos puntos superior.

Dicho de otra manera: aunque estén igual o mejor preparadas, ellas tienen menos posibilidades de encontrar empleo. Por no hablar de un empleo acorde con su verdadera cualificación. Aunque esto es un problema que afecta tanto a las unas como los otros.

¿Acaso en el mercado laboral siguen existiendo tics machistas que explican la persistencia de esa desigualdad? Así será, porque diferencias en la formación no se pueden alegar. Y si se alegan, a día de hoy sólo se justifican si son a favor de las mujeres.

Es muy sospechoso, además, que no sólo tengan más dificultades para encontrar empleo, sino que, por término medio, también estén peor pagadas. ¿Trabajan menos? ¿Trabajan peor? Seguro que no. Pero, aun así, hay empresarios que prefieren contratar hombres.

Sin duda, todavía queda mucho por avanzar. Sin embargo, no todo se debe fiar al cambio cultural que acabará por imponerse. Los poderes públicos tienen que impulsarlo decididamente. Y no basta con legislar. Hay que asegurarse también de que la ley se cumple.

Cualquier otra cosa sólo sirve para contribuir, por omisión, a que la injusticia continúe.

.

Puedes seguirme en Twitter: @vicente_clavero

.

Más Noticias