Aquí no se fía

Los robagallinas de Caixa Penedès

Un joven de 22 años que estaba en paro fue condenado a prisión el pasado verano por saltar la tapia del patio de una casa y apropiarse de una gallina que no era suya en el municipio madrileño de Las Rozas. El juzgado de los penal número cinco de la capital entendió que había incurrido en un delito de robo con fuerza, del que fue sorprendido in fraganti por unos agentes de la policía local. De nada sirvió que la vivienda estuviese deshabitada y en aparente estado de abandono, ni que la afortunada gallina fuera recuperada sana y salva, ni que el joven actuara por estado de necesidad, como alegó inútilmente su abogado. La sentencia fue inflexible: un año de cárcel, a pesar de que el valor de lo robado no superaba los cinco euros, según dispuso el correspondiente tasador.

Otro juez, éste de la Audiencia Nacional, falló ayer contra cuatro de los principales directivos de la antigua Caixa Penedès, cuyo negocio pertenece hoy al Sabadell, después de haber pasado por el Banco Mare Nostrum. Esos cuatro directivos (Ricard Pagès, Manuel Troyano, Santiago Abellas y Juan Caellas) cometieron un delito administración desleal al concederse por su cuenta y riesgo 28,6 millones de euros en fondos de pensiones. Ellos mismos lo reconocieron así durante las sesiones del juicio y, para demostrar su supuesto arrepentimiento, han procedido a devolver las cantidades indebidamente percibidas. En señal de gratitud por tan encomiable gesto, la pena les ha sido rebajada: dos años de prisión para Pagès, que era el director general, y uno para cada uno de los otros tres; es decir, la misma que le cayó al robagallinas de Las Rozas.

Hay quien se felicita de que, por fin, haya una condena por los desmanes cometidos en las cajas de ahorros y en algunos bancos antes y durante los primeros compases de la crisis financiera. Una crisis cuyo coste exacto para el contribuyente probablemente nunca se sabrá, pero que obligó a España a pedir un rescate de hasta cien mil millones de euros que Dios sabe cuándo acabaremos de pagar. Parte de ese dinero, por cierto, ha tenido que destinarse a evitar la quiebra pura y dura de Caixa Penedés, a la que estos cuatro caballeros, obviamente, no son ajenos. Tan mal estaba por dentro la entidad que, antes de colocársela al Sabadell, el FROB tuvo que facilitarle 915 millones contantes y sonantes, que mucho me temo que vamos a recuperar cuando las ranas críen pelo.

Mientras tanto, Pagès, Troyano, Abellas y Caella podrán seguir haciendo su vida tranquilamente, aunque con algo menos de dinero, gracias a la sentencia que les evita pisar el suelo de la cárcel. También estarán más tranquilos aquellos que todavía tienen que sentarse en el banquillo (el último presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, sin ir más lejos), con la esperanza de que la justicia les dispense la misma benevolencia que a sus compañeros.

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