Aquí no se fía

Sicav: privilegios sin fronteras

La enormidad de la infamia que representan las sicav queda inequívocamente de manifiesto en cuanto se les ponen cifras. Y Público lo ha hecho con precisión esta misma semana. Sólo entre 2012 y 2014, estos vehículos de inversión ganaron 5.385 millones, pero a Hacienda le pagaron poco más de 24. Si hubieran tributado al tipo medio efectivo del Impuesto de Sociedades (es decir, la parte de los beneficios empresariales que se queda el Estado, una vez descontadas las correspondientes deducciones), su factura fiscal habría sido veintisiete veces superior. En concreto, de 661 millones de euros.

Los dueños de las sicav (entre quienes figuran la mayor parte de las grandes fortunas españolas) se ahorraron, por tanto, nada menos que 637 millones durante los tres años mencionados. Una cifra que, en su lugar, hemos tenido que poner los demás contribuyentes para sufragar el coste de los servicios públicos. Y todo por culpa de la pervivencia de un privilegio con el que ningún Gobierno, ni de derechas ni de izquierdas, se ha atrevido a acabar hasta ahora: el tipo nominal general del Impuesto de Sociedades era entonces de 30%, mientras que el de las sicav estaba (y está) en el 1%.

Los partidarios de mantener las sicav con sus ventajas actuales suelen aducir razones prácticas, porque las de orden moral serían sencillamente inaceptables. Dicen que, si desaparecen, los ricos se irán a donde les traten mejor, en perjuicio de nuestra economía y del mantenimiento del empleo. Pero es un argumento falaz, porque eso en realidad ya lo hacen, según las cifras que maneja la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Al cierre del tercer trimestre de 2015, de los 28.923 millones invertidos por las sicavs, 19.375 (es decir, casi el 60%) estaban colocados en activos extranjeros.

Dicho de otra manera: en parte gracias a que pagan menos impuestos, los ricos no sólo se están enriqueciendo aún más, sino que también financian a empresas de fuera, supongo que en más de un caso competidoras declaradas de las nuestras. Vamos, un negocio redondo para eso que el expresidente (todavía futuro) Mariano Rajoy llama con su habitual prosopopeya "los intereses generales de España". Con el agravante, además, de que algunos de los beneficiarios andan por ahí alardeando de patriotas, cuando tienen dadas sobradas muestras de que su verdadera y única patria es el dinero.

Dos partidos que se llaman a sí mismo reformistas (el PSOE y Ciudadanos) andan pergeñando un nuevo Gobierno que, según dicen, pretende desterrar injusticias y desigualdades. Habrá que verlo. Pero me temo que con las sicav no se van a atrever, porque detrás hay apellidos que suelen vender su piel muy cara antes de permitir que les toquen el bolsillo. Gente tan principal como los March, los Botín, los Del Pino, los Polanco, Alicia Koplowitz, Amancio Ortega... figuran en la nómina de propietarios de sicav. A ver quién puede con ellos.

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