Aquí no se fía

Aguirre, Cospedal, Rajoy y los recortes

Esperanza Aguirre, que dejó plantados a sus electores hace siete meses, quién sabe si para evitar el coste político de las impopulares medidas que la Comunidad de Madrid está tomando, ha recomendado a Mariano Rajoy que haga frente a la dramática situación de la economía española a base de más recortes. Y lo ha hecho sólo unas horas después de que, vistos sus devastadores efectos, incluso Angela Merkel abominara públicamente de ellos, alegando que la austeridad a ultranza, como fórmula para corregir los desequilibrios presupuestarios, ha sido una libre elección de los países del sur de Europa.

Que Aguirre proponga nuevos recortes, desde su confortable atalaya de directiva bien pagada del sector privado y con plaza fija de funcionaria por si acaso, no responde a ninguna lógica económica, sino más bien a un empecinamiento consecuente con su ideología neoliberal, de la que siempre ha hecho gala. Porque los ciudadanos de Grecia, de Portugal y de España sabemos muy bien que los recortes, a día de hoy, sólo han servido para dinamitar el Estado del bienestar y, en nuestro caso concreto, para alcanzar la bochornosa cifra de 6.200.000 parados.

Un ejemplo incontestable de los resultados de esa política, de la que Merkel no tiene ahora el menor empacho en distanciarse, es lo ocurrido en Castilla-La Mancha por culpa del empeño personal de María Dolores de Cospedal de batir la plusmarca mundial de reducción del déficit. Lo consiguió en 2012, sí, y los talibanes del ajuste no le han regateado esa merecida medalla, pero a costa de meter la comunidad que preside en una recesión de padre y muy señor mío (el PIB regional retrocedió un 3%, frente al 1,4% de media nacional) y de elevar diez puntos la tasa de desempleo en los dos años que lleva gobernando.

A pesar de esta catástrofe económica y de sus intolerables mentiras sobre el despido del extesorero del PP Luis Bárcenas, Cospedal sigue disfrutando del aplauso del mismo coro mediático que suele reirle todas las gracias a Esperanza Aguirre, mientras se desespera con la supuesta tibieza de Rajoy. Un coro mediático que ha cargado nuevamente contra él, no tanto por el millón largo de puestos de trabajo destruidos desde que llegó a la Moncloa como por prorrogar la subida de impuestos, que es el incumplimiento electoral que la derecha extrema menos le perdona, porque quizás sea el que más le afecta.

Sin el respaldo de buena parte de su electorado, según muestran con insistencia las encuestas, algunos portavoces del PP han entrado en el debate sobre un hipotético pacto para sacar a España del pozo económico en que se encuentra, pero advirtiendo al PSOE de que no admitirá políticas que ya han demostrado su fracaso. Ojalá se refieran a los recortes, que no han sido precisamente un exitazo y que, como el propio Gobierno ha reconocido, impedirán que a lo largo de esta legislatura se mejore ni en una sola décima nuestro insoportable nivel de paro.

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