¡Qué vergüenza! Perdonen ustedes, pero tendrán que darme la razón: hace menos de veinte días, en mi tercer articulillo titulado BARÇA,  defendía que es necesario establecer un hándicap para contrarrestar la superioridad del Barça sobre el Real Madrid y los demás, y ustedes se soliviantaron. La Liga se ha acabado. ¿O creen ustedes que no con siete puntos y el gol average de ventaja (no pretenderán decirme que en el partido de vuelta el Real Madrid le va a meter seis a cero al Barça)? El Barça tendría que darle a principio de temporada cuatro puntos de ventaja al Real Madrid y siete a los demás. La Liga ya no tiene interés e imagino que las recaudaciones descenderán.

¿Cuántos cientos de veces le retrasaron los defensas el balón a Casillas? ¿Cuántas veces jugaron al patadón? ¿Cuántas veces sacó Casillas de puerta hasta la otra portería en busca del milagro de sus delanteros, incapaces de trenzar una sola jugada brillante y peligrosa?

¿Y qué decir del bluf de Mouriño? Todos los entrenadores del mundo son un bluf, excepto Guardiola. Porque es un creador y Mouriño es simplemente un adaptador. En Barcelona hay dos orquestas, la Orquesta Sinfónica de Barcelona y la Orquesta Sinfónica del Barça. Guardiola ha sabido crear un conjunto, principalmente con jugadores de la cantera, y que son como enanitos mágicos divirtiéndose.

El Real Madrid es la fuerza del dinero acumulado desordenadamente, y son como picapedreros del balón, incluido Ronaldo en los últimos partidos. No basta con voluntad; hace falta talento.

Quedan la final de Copa  - si el Madrid previsiblemente la alcanza - y la Champions League como posibilidad de que los dos tengan que enfrentarse. Si esto se produjera, ¡Dios coja confesados a los fans irredentos del Real Madrid! Esperemos que el destino no sea tan cruel. Ríndanse. Entretanto, la Liga ha muerto. A mitad de recorrido. ¡Qué vergüenza, y qué tedio nos espera!

Ah, y yo soy del Celta.