Puntadas sin hilo

El amor del pueblo español por la bronca

 

¿Es posible que nos vayamos a pasar los próximos tres meses chapoteando en la ciénaga? Gürtel, Camps, ERES andaluces, Faisán, Matsa, Melilla, SORTU... Parece que éstos serán los asuntos que monopolicen los debates electorales. Es más comercial. ¡Del paro, gran juez,  ya nadie habla! Lo que nos gusta a los españoles es la bronca y la descalificación ajena. Los viejos temas de corrupción permanecen en el limbo judicial y político y han dado paso a nuevas peripecias.

Y sin embargo sigue habiendo 4.500.000 de personas sin trabajo. Se niegan 400 euros de limosna a quien no se apunta a cursos de formación ¡qué no existen! Continúa el apretar clavijas a quienes tienen trabajo pero temen por su continuidad. La luz sube, el gas sube, el IPC sube. Pero esto es demagogia. Mucho mejor la bronca, incluida la parlamentaria. Agrio Parlamento. ¿Cuánto tiempo hace que los españoles no sonreímos ni respiramos tranquilos por algo?

Tribunales  y fiscales cuestionados, informes de policía y Guardia Civil según convenga, los medios de comunicación valoran por su cuenta las pruebas y sentencian antes que los tribunales. Nadie tiene en cuenta la marginación que se está haciendo del 20% de la población vasca, una ministra con cara triunfadora dice una chorrada como que también en los escenarios teatrales los crímenes son fingidos, una concejala afirma que más mata el paro que la contaminación, chorradas y más chorradas, despropósitos y más despropósitos, lo pasamos bomba. La calumnia es nuestra fiel infantería. Es la prostitución de la política. Un orgasmo colectivo. Se destruye a quien sea con tal de gozar en la bronca. Nadie ve nunca nada positivo.

Pero mientras tanto, 4.500.000 de parados, un millón de familias con todos sus miembros en paro, ocho millones de españoles en el umbral de la pobreza esperan nuestra atención y conmiseración para que nosotros, los sin conciencia, les ayudemos a salir del pantano de la miseria. Ése es el único tema. En cuanto pasen las vecinas elecciones, los temas-estrella de campaña pasarán al archivo, pero los 12.500.000 de desesperados seguirán ahí, en las duras oposiciones a la dignidad.

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