Puntadas sin hilo

Fusión y confusión nuclear

 

Quienes no tenemos un pariente que nos asesore en lo nuclear debemos acudir a la lógica de la ignorancia, o, como mucho, del sentido común.

¿Hubiese sido más beneficioso para la Humanidad no desarrollar ni la pólvora ni la dinamita, en su momento, potenciales armas de destrucción masiva?

¿Y habernos quedado en el gas que se desprendía antes de que el Genio de la botella emergiera y nunca pasar del carbón?

¿Es congruente que todo el que puede fabrique armas nucleares a tope para echarlas sobre los ciudadanos y achicharrarlos y poner en cuestión las centrales de energía nuclear pacífica? ¿Y perseguir quien las tiene a quien quiere tenerlas? ¿Y vender cabezas nucleares a todo tráfico? ¿España las fabricaría si tuviese capacidad, cualquiera fuese la opción política en el poder?

¿Para cuándo la guerra bacteriológica, más destructiva que la nuclear, y guardada celosamente en espera de que alguien la use y sin que nadie proteste?

¿Es mejor renunciar a las múltiples actividades en las que se emplean materiales radiactivos, como por ejemplo en lo oncológico y que ningún doliente de cáncer pueda ser radiado? ¿O que la negación de la química impida la quimioterapia?

Hemos enloquecido con lo de la central japonesa hasta llevarnos a la manipulación en la ciencia. ¿Debemos oponernos a la energía nuclear por si acaso?

¿No es más congruente exigir la seguridad máxima, sin caer en la duda por imprevistos no imaginados? ¿No es más serio exigir rigor en la fabricación, mantenimiento y control? Comparamos Fukushima con Chernóbil, pero ¿cumplía Rusia, desde la chapuza, tales exigencias? Lo único que a nivel científico se sabe es que la energía nuclear es inocua si se controla bien.

¿No sería más acertado preguntar a los científicos si está resuelta la desactivación de los residuos nucleares y si están en ello?

Vivimos un mundo de inseguridad, pero solo de aquello que política o ideológicamente nos conviene. Porque, y es tristísimo, al final todo es una cuestión de lucha política. Claro que también vivimos en un país en el que todo el mundo sabe quién es Paquirrín y casi nadie quién es el presidente del Consejo de Seguridad Nuclear.

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