Puntadas sin hilo

Ciudadanos secuestrados por los políticos

 

Saben que nos tienen cogidos por los testículos de la democracia. Por eso se permiten chanzas, fraudes y desprecios.

Vivimos en un sistema político con grandes virtudes, pero con grandes defectos, que no sé cuándo va a ser hora de rectificarlos, con la coartada de que llevamos 32 años de aceptable convivencia.

¿Los ciudadanos deben hacer lo que les digan los políticos o los políticos deben hacer lo que les digan los ciudadanos?

Por ejemplo, queremos listas electorales abiertas, de modo que podamos rechazar a quien no deseamos. Así, en Valencia podría darse el caso de que el PP ganase ampliamente, pero se rechazase a Camps como elegido. Sería una forma de redención del pueblo valenciano.

Queremos que no se pierdan cientos de miles de votos a los partidos pequeños, por el sistema electoral que tenemos. Para ello no es preciso cambiar la Constitución. ¿Por qué los partidos estrella no ofrecen esta pregunta a sus electores?

No queremos la sumisión al Partido que se exige a los diputados. Queremos que tengan contacto permanente con los ciudadanos de su circunscripción. Y queremos que los candidatos de cada provincia sean de esa provincia y no vengan impuestos por la jefatura central.

No queremos que se judicialice  todo asunto político, que no hace sino envenenar la política y eterniza las soluciones. Queremos que resuelvan las diferencias en el Parlamento y sin trampas.

Queremos que no insulten. Queremos un uso restringido de su inmunidad.

Queremos que se implante un porcentaje mínimo de participación para que unas elecciones sean válidas, de modo que la abstención pueda librarnos del secuestro al que nos tienen sometidos los políticos.

Queremos que si el Rey es árbitro, como señala la Constitución, le hagan caso.

No queremos que las circunstancias hagan que siempre paguen los débiles.

Queremos un Estado aconfesional, como preceptúa la Constitución, sin tamaños privilegios a la Iglesia católica.

Queremos que a los jueces los elijan directamente los ciudadanos, y no los políticos ni los propios jueces.

No queremos que el otro nunca lleve razón. Queremos oposición y crítica constructiva.

No queremos que las autonomías hagan lo que no queremos para el Gobierno central.

Queremos, y exigimos, que sean capaces de pactar una Ley de Educación.

Y queremos que la basura, todo tipo de basura, desaparezca de nuestras vidas.

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