Puntadas sin hilo

Cifras y silencios

Al igual que las cifras de toda manifestación son un misterio y van de cantidades mínimas de asistentes a cifras exageradas, según quien las dé, con los ERE andaluces ocurre lo mismo y vamos desde los 700 millones de los que habla el PP a los 9,5 millones que defiende la Junta.

Al igual también que, gracias a una revista extranjera, sabemos que Messi es el futbolista mejor pagado del mundo con 31 millones de euros anuales, tres más que Cristiano Ronaldo y el doble que Fernando Torres y resto de jugadores españoles, que los pobres no pasan de los 14 millones, mientras los futbolistas del Rayo Vallecano no cobran sus modestos salarios, tampoco sabemos quién y cuánto se ha llevado cada uno de los afectados por los ERE y las fraudulentas jubilaciones anticipadas.

En una cosa tiene razón el Presidente de la Junta, José Antonio Griñán: no es correcto dudar de todos los acogidos a un ERE pues la gran mayoría tienen derecho y son honrados. Eso pasa por no dar a conocer a los que no tienen derecho y por tanto no son honrados. Esperemos que en este caso  -  puntilla para el PSOE andaluz si no lo aclara, juzgados aparte - el dinero se recupere en su totalidad y no ocurra como con los grandes delincuentes de cuello blanco y manos sucias, que nunca se consigue y, tras unos añitos de trena, habitan suntuosamente entre nosotros.

Se sabe lo que ganan Rafa Nadal (11 millones) y Fernando Alonso (31 millones, como Leo Messi), pero no lo que gana Dolores de Cospedal (¿240.000?), que se resiste como gato panza arriba para decirlo. Se sabe cuánto gana el Presidente del Gobierno (89.000 euros), pero no Mariano Rajoy, que también se resiste cual gato panza arriba. Aunque si fuera cierto que ingresa 200.000 euros y gana las elecciones, ¿se avendrá a los 89.000 euros o tendrá un suplementillo del partido?

Se sabe que Inditex-Zara ha ganado 1.732 millones en 2010 y que su principal accionista, Amancio Ortega, cobrará 600 millones de dividendo, pero no se puede saber cuánto gana cualquier ejecutivo de una televisión pública ni cualquier empresa que contrate con ella.

Solo la transparencia de lo que se sufrague con dinero público nos haría serios.

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