Lo hago con respeto:  ¿Me pueden explicar los lectores, por favor, por qué seguimos votando a partidos que llevan imputados por corrupción en sus listas?    (Al hacerlo, ¿no nos convertimos también nosotros en corruptos?)

He preguntado a un sociólogo y me ha dado contestaciones difusas. Por eso me atrevo a preguntárselo a ustedes, que son la médula y explicación de la vida.

Aún no se cómo se hace, pero lo averiguaré y comentaré con ustedes sus respuestas, si las hay. Pueden plantear otras cuestiones si lo desean.

A lo más que he llegado yo es a pensar que tenemos predeterminado nuestro voto, ocurra lo que ocurra, en un suave fanatismo; a que no tenemos mucha sensibilidad, salvo con los nuestros; y, sobre todo, a que lo hacemos con tal de que no vengan los otros. Pero me parecen motivos insuficientes.

Existiendo en todos los partidos, particularmente significativos veo dos casos: uno, el de la Comunidad Valenciana, que incluye a 11 implicados por corrupción en sus listas, comenzando por el propio presidente de la Generalitat, tras haber firmado hace 15 días el Manifiesto del PP contra la corrupción, y que, no obstante según recogía el Publiscopio de anteayer de este periódico, verá ampliada su mayoría absoluta. Y otro, el de Izquierda Unida en Sevilla, quien el mismo día en que sus integrantes firman un Compromiso ético para la regeneración democrática por el que sus candidatos dejarán el cargo si son imputados, su candidato a la Alcaldía, el primer teniente alcalde Antonio Rodrigo, es imputado y lo mantienen, con la anuencia del coordinador general Cayo Lara.