Puntadas sin hilo

A mí tampoco me representan estos políticos

 

Sé que España es una Monarquía parlamentaria, según recoge la Constitución, que defiendo con vehemencia y mi mejor razón.

Sé que los partidos políticos son instrumento fundamental para la participación política, según recoge también la Constitución española en su artículo 6.

Finalmente, también sé que la creación y ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley, como señala el mismo artículo.

Pero no dice cómo ha de ser concretamente ese ejercicio de su actividad.

Y ahí es donde, desde anteayer, no me veo representado por estos políticos, como tampoco se ven los manifestantes de toda España.

Dejando de lado la repulsa que me provoca ver a las Fuerzas de Seguridad de mi país impidiendo el paso a la Puerta del Sol,

por mucho que lo haya dicho la Junta Electoral Provincial Madrid y de bastantes más provincias,

creo con firmeza que lo único sensato e inteligente que se ha dicho por todos los políticos inculpando o expresando vagas consideraciones, lo único, repito, sensato e inteligente lo ha dicho el candidato a la Comunidad de Madrid, Tomás Gómez. Ya, ya sé que automáticamente me dirán que soy tendencioso y trato de ayudarle. Me da igual lo que puedan decir; lo expreso con mi más intensa honradez. Gómez ha dicho: "Que ocupen la política. Estos chicos deben ser ellos quienes se ocupen de la política". Yo también lo creo  con firmeza, precisamente porque no me siento representado por quienes la ocupan actualmente, incluido el propio Tomás Gómez.

No es fácil crear un partido político, pero entiendo que ése sería el gran éxito de estas manifestaciones o concentraciones. Será la única posibilidad de construir una nueva democracia real, con ellos de protagonistas, aunque el YA se retrasase ligeramente, y que nada tendría que ver con franquicias de otros países. Y sin permitir interferencias extrañas e interesadas, que matarían tan hermoso intento. Creo que contarían con el voto de tantísimos españoles que lo ansían. Y, desde luego, con el mío. El solo anuncio revitalizaría España, y los estudiantes habrían triunfado plenamente para conseguir una nueva y esplendorosa forma nada utópica de interpretar la Constitución, que dé cabida a sus deseos.

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