Puntadas sin hilo

La izquierda desunida

 

 

¿Pero es posible que la izquierda, toda la izquierda, sin matices ni preferencias, sin exclusiones ni imposiciones, no se una sobre unas bases mínimas de acuerdo para evitar la catástrofe política y social que se le viene encima? ¿Por qué se empecinan en no proponerlo e intentarlo seriamente? Prefieren vivir en sus minireinos de taifas sin capacidad de decisión alguna. No les preocupa ser responsables, todos y cada uno de ellos, de la decepción y desencanto de sus dispersos electores. Y éstos lo saben también, pero son ternes. En marzo, o antes, cuando ya no tenga arreglo y solo quede el lamento, vendrá el desconsuelo tardío, o esa estúpida dignidad de mejor solos que mal acompañados, nosotros somos los únicos y verdaderos representantes de la izquierda, los demás son impostores. Representantes del desastre, tenedores de la vanidad y la egolatría política y hasta personal, roto juguete.

¿No sabe el señor Rubalcaba que por mucho que  recupere al votante huido, por mucho que explique, por mucho que prometa, por mucho que, en definitiva, tenga razón, ya nunca contará con pensionistas y funcionarios zaheridos, con los débiles que no han comprendido por qué han sido y serán ellos los únicos perjudicados, no sabe que mientras la sombra alargada de Zapatero gravite sobre él, no tiene nada que hacer? Es muy duro, pero es así, en mi opinión.

¿No sabe Cayo Lara que no se puede ser tan basto y aprovechón, los españoles de izquierda, que los hay, hilan más fino, no sabe que con su mezcla de lo posible y lo imposible sale un cóctel indigerible, no sabe que la palabra comunista sin explicar es tabú para millones de españoles, no sabe que el enemigo no es la otra izquierda sino los duros y eternos conservadores, no sabe que el cartero Llamazares y su nuevo partido Izquierda Abierta  es una opción mucho más seria, sensata y en sintonía con lo posible?

¿No saben los ecologistas que ser solo una boya en el océano de la discusión y adjudicación política es muy insuficiente, no saben que en alta mar no se puede navegar en piragua?

¿No sabe el 15-M con su afilia política que si no se pronuncian serán una eterna promesa, unos nostálgicos del futuro, sí, nostálgicos, que se limitan a aconsejar a los demás pero ellos no admiten consejos, y corren el riesgo de desperdiciar la más grande posibilidad política que nadie ha tenido nunca en España?

¿No saben los artistas de la ceja y los intelectuales discordantes que ya no es tiempo ni ellos saben crear y organizar una plataforma vigorosa y que son necesarios conductores no líricos sino pragmáticos?

¿No saben todos ellos que la individualidad y sus señas genuinas no tienen por qué desaparecer en el grupo?

No, no lo saben; la estupidez y la soberbia se lo impiden. Preparémonos, pues, para el holocausto. Y mientras tanto, encuestas, confetis y bonitas palabras.

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