Puntadas sin hilo

El PSOE y España 30 años después

¿Qué queda de aquel triunfo gigante que el PSOE consiguió el 28 de octubre de 1982 tras unos años de puesta en orden de la vida y de la democracia en España desde el fallecimiento del dictador? Actualmente, solo brasas, rescoldo.

Pero el PSOE vertebró el desarrollo y puesta al día de aquella oscura España de siniestro recuerdo. La ilusión anidó en el pueblo, las ganas de lucha estaban en plena pujanza, la derecha estaba descabalada, y España empezó a caminar. Se abordaron todos los campos, y lentamente comenzamos a parecer un país. La Constitución hecha en horas difíciles todavía era punto de concordia y los ciudadanos experimentaron el sabor de la libertad. La renta económica de los españoles se alejó de la pobreza, y el mundo, que entonces se llamaba el extranjero, se hizo visible. La cultura se instaló en todos los lugares, y los españoles estaban contentos de vivir.

Pero el gusano de la codicia y el camino torcido de la lucha contra el terror minaron tanta felicidad. Se descubrieron focos de corrupción, y el Estado de Derecho acudió al crimen equivocado. El edificio socialista, y con él España, comenzó a cuartearse. La derecha se había reorganizado y ya era una fuerza considerable.

Entramos en Europa, creyendo que era inevitable y la solución. Y lo era. Pero el gusano siguió horadando y el descrédito y la desconfianza ciudadana había aumentado exponencialmente.

Atrás quedaban logros trascendentales en todos los ámbitos, desaparecidos los temores, y tumores, militares; los derechos civiles, económicos, sociales, con sanidad incluida, llenaban la alforja socialista. La Iglesia era la negra sombra que aún persistía y condicionaba, dada la lenidad y miedo de los dirigentes políticos y la honda raigambre en el alma de los españoles.

Llegó la derrota en medio de una primera crisis económica y la derecha se fue afianzando, con el apoyo de la sociedad española, que retornaba a los predicados históricos más genuinos.

Pero la derecha mintió, y tal vez como consecuencia del más grave atentado terrorista habido, se produjo nuevamente el cambio.

Cambo que se hizo a la ligera, sin la fuerza política ni intelectual de la primera época, y este socialismo de solo nombre, que ya no era ni socialdemocracia, se fue desdibujando en las decisiones equivocadas y, al sobrevenir una fortísima crisis económica mundial, se hundió definitivamente y se pasó al enemigo, con abandono de sus principios mínimos esenciales, que los simpatizantes no perdonaron.

Y a partir de ahí, el desastre. La derecha tenaz armó su ideología, mientras el PSOE se perdía en lo estéril, en la justificación de lo injustificable, y en el desbarajuste ideológico y material. Y, naturalmente, los votantes huyeron, aunque ahí y a pesar de todo quedaban también avances importantes, con la Ley de dependencia en primer término.

Pero el caos se ha instalado, sin directivos solventes, ni proyecto redentor de la confianza perdida, y ha entrado en una agonía previsible, por muchos años y con el ánimo de los ciudadanos increpándoles traición. Lástima. El PSOE ha sido una espléndida y necesaria aventura democrática, pero su falta de inteligencia y sus egoísmos pretendidamente salvadores hacen que solo sea un recuerdo, una reliquia. Triste aniversario, pues, y agradecidos velemos su cadáver. Se ha perdido la batalla contra las oscuras y eternas fuerzas. El PSOE fue el gran protagonista de esos 30 años de la historia de España, cuya ausencia nadie suple por ahora. Ello contribuye a la inestabilidad política de España. La derecha, dura derecha, galopa en solitario, con la aquiescencia de la mayoría de españoles. Solo se oyen voces progresistas peleadas y aún lejanas.

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