Puntadas sin hilo

Campanas de huelga

Mi pronóstico es que la huelga será un fracaso, pero la manifestación consecuente será multitudinaria. Realmente las huelgas generales tienen poco porvenir ante la hiriente legislación laboral que el capitalismo mundial y del señor Rajoy en particular han decretado con apoyo popular, y ante la más que depauperada situación económica de los españoles. No por haberse dicho tantas veces deja de ser cierto: la gente no puede prescindir de un día de salario ni de la amenaza del despido. Así de sencillo. Amén de los cobardes ciudadanos que se refugian en la disculpa de su inutilidad y de no ser el momento oportuno, pero que nunca dicen cuando sería el momento oportuno. Si a ello añadimos la imposibilidad de una huelga con las televisiones emitiendo, y unos servicios mínimos generosos, el fracaso está garantizado.

Lo ha resumido extraordinariamente bien el escritor Jorge M. Reverte: "hay crisis, pero no odio". Y sin odio, añado yo, no hay posibilidad de éxito. Todo se reduce a paños calientes de sindicatos impotentes, y amenazas de políticos y empresarios de la más dura cepa de la derecha procaz.

Los españoles, por fortuna, no tienen alma de mártires, y entre lágrimas en el alma tratan de sortear la crueldad que las fuerzas dominantes les han impuesto. El odio sigue en cultivo, pero lento. Y la confusión mental, y la confusión ideológica, y la comodidad de los menos dañados hace de amortiguador retardatario.

Pero el futuro no quedará escrito mañana.

Esta ‘traición’ obligada quedará compensada con concentraciones masivas de protesta, que no cuestan dinero a los manifestantes. El clamor de la queja sustituirá al equivocado objetivo de huelga. Será el primer gran enfrentamiento entre la sociedad sana y la enferma, con tan duro Gobierno a la cabeza, inventor de la estúpida disculpa de los brutales y necesarios recortes; para los manifestantes, eso sí, y no para, digámoslo de una vez, la derecha más abyecta. Confiemos en que no ocurra nada grave, que comience a dar suelta al odio.

Ya no hay esquiroles, ya no hay piquetes, ya no hay sindicatos, ya no hay razones, solo hay el cementerio viviente bajo la luna en que los miserables han convertido España. Campanades a morts, que cantaba Lluis Llach, ya sabemos por quién doblarán mañana las campanas de huelga, antes de que por la tarde suenen las de la Resurrección, de Mahler, la resurrección ciudadana del atardecer, con los timbales del odio cada vez más cercanos.

NOTA: Este blog hará huelga mañana.

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Gota INCÓGNITA: ¿Cuándo llegará el momento en que los policías antidisturbios y los jueces demócratas se unan a los manifestantes? ¿No estará al caer?

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Gota COMERCIAL: Paquirrín negocia con la revista Hola la exclusiva de las fotos de su hijo recién nacido por 400.000 euros. ¿Irán a la huelga los lectores?

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