Puntadas sin hilo

Fumata política negra

Sin visos de fumata blanca, ¿cuánto durará este Cónclave de políticos cardenales en la Capilla Sixtina del Congreso de los Diputados? El cardenal Rajoy, muy seguro de sí mismo y momentáneamente Sumo Pontífice, se muestra intratable al desamparo de los feligreses ciudadanos españoles, y al cardenal Rubalcaba, que aparece con aires de sacristán derrotado, todo le sale mal al pobre hombre en sus distintas parroquias.

Ayer, los cardenales diputados, con inusitada crueldad indigna en tan altos prelados, se mofaron de Izquierda Unida, la candidatura más decente, por el embargo de su sede de Getafe por impago a Hacienda de una deuda del año 2.000 de la anterior Ejecutiva, que no por meter la mano en el cepillo, como otros. "¿Dónde está Cayo Lara, no se le ve?", se preguntaban a pleno pulmón y entre grandes risotadas. "Le están desahuciando", replicaban entre burlas los otros cardenales repulsivos, ellos tienen buenas diócesis, ellos que separan por sexos en los colegios. Groseros cardenales. Efectivamente, el cardenal Cayo estaba negociando el embargo y subasta con el maligno y maligno cardenal Montoro. Es el único, o casi único, grupo político-eclesiástico del que no se conocen desfalcos ni atropellos, el único al que los bancos no dan crédito.

Al cardenal Óscar López, que nunca fue papable, le han arrebatado definitivamente el capelo sus desaguisados en la demarcación cardenalicia de Ponferrada, y los demás cardenalas y cardenalillos exigen su renuncia, pero sin decirlo. Hipocresía vaticana.

También se supo ayer que los falsarios cardenales-gobernantes mintieron y engañaron falsificando el déficit del que alardeaban, y que si se hubieran aflorado las devoluciones debidas a los contribuyentes, el Evangelio según Rajoy se habría convertido en apócrifo.

Las fumatas políticas negras se suceden una tras otra, ‘omnes extra’, todos fuera, dijo el camarlengo cardenal Posada, mientras en la Plaza de las Cortes de Neptuno los ciudadanos se quejan inútilmente, y la paloma de la chistera del Espíritu Santo permanece escondida en los techos de la Capilla, donde aún son visibles los huecos de los tiros de Tejero.

Deberían permanecer, a pan y agua y sin Ipads con los que distraerse y comunicarse con el exterior, y salario mínimo interprofesional de 643 euros para sus familiares hasta que solucionasen los gravísimos problemas del país. Meses y meses encerrados, años y años, hasta que muriese o acordasen alguna salida si no mágica, al menos digna para ellos y para el pueblo. Si de verdad se encerrasen o los encerrasen, las cosas se solucionarían. No hay nada más poderoso en un país que un Parlamento decidido, lejos de agrias disputas. No hay nada más perjudicial para un país que una fumata negra tras otra, sin posibilidad de que, por desidia e indecencia políticas, se convierta en blanca. Estos cardenales no dan el pego y deberían ser excomulgados todos. El Dios de la Democracia no habita en ellos, tan torpes, soeces, mezquinos, mundanos e inútiles. España es una secta.

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