Puntadas sin hilo

Guerra civil mental

Nuestro más terrible problema actual es, en mi opinión, que media España está en guerra civil mental con la otra media, sin que de momento se nos hiele el corazón. Afortunadamente no pasa de lo ideológico y no llega a la guerra civil real de las armas. Pero constituye una quiebra preocupante de la convivencia. Ya no son rojos y azules, son defensores de lo que hace este Gobierno contra quienes lo sufren, son los desheredados de la vida contra quienes aún conservan sus comodidades, son ricos contra pobres, hablando en plata y esquema.

La segunda terrible cuestión es que, si pudieran, ambos bandos se enzarzarían en una guerra civil real hasta el exterminio del otro. El odio, el desprecio y la desesperación están en el pensamiento general y social.

Frente a esta percepción mía, que ojalá esté equivocada, es incuestionable que los responsables de esta situación de guerra mental son los representantes políticos, con el Gobierno en primer término. Han conseguido que sus disputas y falta de entendimiento se extiendan a la población civil. Los ciudadanos no comprenden que no sean capaces de arbitrar soluciones, compartidas o no, para sus desgracias cotidianas. La codicia de poder de los políticos ha llevado al país a la confusión moral, social y económica. Ya solo existen enemigos, de momento virtuales y verbales.

La austeridad mueve conciencias y decisiones, y va creciendo el bando de los rebeldes. Van perdiendo el miedo, van imaginando que los poderosos también pueden ser vulnerables. Sería una desgracia de consecuencias aterradoras que crecieran porque sus expectativas de vida no sean atendidas y creyesen llegado el momento del asalto al palacio de invierno. Sería aterrador que la teoría se llevase a la práctica. Sería espantoso que los españoles recuperasen sus ardores bélicos contra la injusticia. Pero más espantoso sería que quienes pueden evitarlo no lo hagan.

Y en todo caso, es inadmisible continuar viviendo en este enfrentamiento mental. De quienes tienen el poder, o dicen que lo tienen, y de quienes disfrutan de él depende que la situación se calme. Porque no siempre tienen que ceder los más marginados y débiles. El justo rencor va encendiendo las luces de la batalla. En contra de lo manifestado por el Presidente del Gobierno estamos muchísimo peor que hace un año. Crispación es una palabra que ya se queda pequeña y hemos entrado en la confrontación. Están sembradas todas las semillas para la discordia. Pónganle arreglo, no se conviertan en instigadores de la tragedia, salvo que este artículo sea una exageración.

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Gota BANCARIA: ¡Pobrecito Alfredo Sáenz que se ha visto semiobligado a abandonar el cargo de Consejero-Delegado del Banco Santander y solo le queda una pensión de 88 millones de euros! El mismo día en que conocemos la noticia de que cuatro ancianos mueren en Castilla-La Mancha al subirse de nuevo al tractor para trabajar porque la pensión no les alcanzaba para vivir.

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