Puntadas sin hilo

Rajoy usa armas químicas contra los españoles

Ha dicho el Presidente del Gobierno que ‘ha incumplido su programa para evitar el crac de España’. Con esta afirmación el señor Rajoy proclama la legitimidad de la rebelión. ¿Él puede incumplir su programa electoral sin encomendarse ni a dios ni al diablo ni debatirlo y nosotros no vamos a poder incumplir lo salido de las urnas? Desde ayer, todo quebrantamiento estará legitimado y amparado por sus palabras. Porque, además, Rajoy emplea armas políticas químicas contra los ciudadanos. Utiliza el gas sarín del paro y del empobrecimiento general del país, con efectos igualmente devastadores. La población civil española está siendo bombardeada con los caprichos, dislates e ignorancias del señor Rajoy, nuevo Señor de la guerra. La sanidad, la educación, las prestaciones sociales, los derechos de las mujeres, todo es bombardeado con alevosía y saña. Los efectos colaterales son aterradores, la pobreza galopante y la incertidumbre de la gran masa de ciudadanos es el nuevo campo de batalla del Gobierno. Usa los drones no tripulados del decreto-ley autoritario de modo cobarde y cruento. Las próximas víctimas serán los pensionistas, según le ordena el Alto Estado Mayor de Bruselas, que él obedece ciegamente.

Y de los efectos de estas armas químicas los heridos jamás se recuperarán. Esto convierte a Rajoy en criminal de guerra de la apariencia democrática. El abuso de los poderes que otorga la democracia transforma a quien lo practica en responsable de guerra irracional. Los ciudadanos ya podemos hacer y decir lo que nos dé la gana para defendernos, aunque los criminales sigan teniendo las armas convencionales de represión contra quienes se les enfrenten. Y los hijos de los heridos y caídos quedarán también heridos, y los hijos de los hijos por varias generaciones.

¿O no son armas químicas la subida de brutal explosión de 54 impuestos y tasas en un solo año, cuéntenlas, no quedan moralmente autorizados quienes puedan eludir impuestos en la lucha cotidiana por la vida? ¿No lo son la reforma laboral que ha dejado a los trabajadores desposeídos de toda protección? ¿No es arma química de efectos mortales fulminantes no evitar que dos millones de niños españoles pasen hambre, mientras se permite que los ricos se refugien en sus búnker-sicav sin apenas tributar? ¿No lo es que se niegue atención sanitaria a quienes viven la desgracia de no tener eso que estúpidamente llaman papeles, o que se le retiren prótesis a quienes las necesitan o dejar a cero el dinero para la dependencia o que los viejos mueran por no poder pagar los medicamentos? ¿La depresión, angustia y deseos de suicidio que el Presidente del Gobierno origina en un enorme porcentaje de la población son o no son armas químicas que le hacen enjuiciable y culpable? Todo es revisable, y el lenguaje también, pero la política que lleva a término este Gobierno, se mire como se mire y se defina como se defina, se llama empleo de armas químicas contra la población civil indefensa, degradándola a la condición de enemigo, y sin que la ONU de la razón intervenga. Las urnas eran bombas de racimo y relojería.

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