Puntadas sin hilo

El tribunal se ha equivocado

He dudado mucho cómo titular este artículo: Día triste para la democracia, La justicia no es igual para todos, Triunfo del Estado de Derecho, Sobreseimiento provisional, Decisión salomónica, La justicia de los poderosos
, Demasiada prudencia... La verdad es que todos valdrían porque la resolución de la Audiencia Provincial de Palma levantando la imputación de la Infanta Cristina contiene elementos de todos estos títulos.

Con seguridad la decisión es jurídica y formalmente correcta, y no la empaña el hecho de que uno de los tres magistrados estuviese en desacuerdo, pues los tribunales funcionan por mayorías. Pero política y socialmente tal vez sea perjudicial para la propia Justicia, para la Monarquía, aunque de momento se vea libre, y, lo que es más grave, para el sentimiento popular. Sin duda la gran mayoría de ciudadanos preferirían que la imputación, que no condena, se hubiese mantenido, de modo que en el correspondiente juicio se hubiese aclarado y resuelto si la Infanta delinquió o no. Pero la justicia no debe someterse a criterios políticos y sociales de un momento y caso.

Queda un sentimiento de amargura, o siendo más precisos, de decepción, y, como señaló el juez instructor cuya decisión ha revocado la Audiencia, la duda permanecerá. Lo lamentable, continuando temerariamente en ‘el terreno de las seguridades’, es que cualquiera otra persona no tan influyente ni relevante como la hija del Rey, sin duda habría sido imputada, así como la extrañeza que produce pues una situación de imputación no debe ser recurrida nunca, y lo lógico hubiera sido que la Audiencia hubiera rechazado de plano la admisión del recurso En este sentido, el prestigio de la ya zozobrante Corona queda dañado. Resulta poco probable que, tras las nuevas investigaciones que la Audiencia ha encomendado al juez instructor para que indague si existen indicios más sólidos que los presentados, la Infanta sea al fin imputada. La sombra de la duda permanecerá sobre la Corona, y lo que es más preocupante, sobre la confianza de los ciudadanos en la democracia, y paradójicamente la confianza en la justicia también se verá afectada en la creencia popular, ya muy mermada.

En contrario, solo se puede decir que si el tribunal hubiera mantenido la imputación, la duda se habría resuelto, probablemente de modo rapidísimo tras la declaración de la Infanta. Por eso resulta insólito que ni siquiera se la haya podido tomar declaración ni como imputada ni como testigo. Ello es consecuencia del hecho de que en nuestro país todo el que es imputado ya queda condenado aunque lo absuelvan. Así es aún más ridículo: sin haber sido imputada, la Infanta, y la Corona, quedan condenadas ante el pueblo, y la justicia también. En ningún caso pienso que el tribunal se haya vendido, haya prevaricado; pienso que se ha equivocado radicalmente. ¿Es posible que nadie crea en la honestidad de los tres magistrados?

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Gota ESTÚPIDA E IMPRESENTABLE: La manifestación del ministro de Asuntos Exteriores, Margallo: ‘Me parece una noticia magnífica porque es una Infanta de España’.

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