Puntadas sin hilo

CONCHA

Nunca pensé que se pudiera querer tanto a una amiga, en la vida y en la muerte.

Nunca pensé que la bondad, la cordialidad y la lealtad pudieran habitar con tal fuerza en un cuerpo y en un alma.

Nunca pensé que un frío y lejano cadáver en el depósito de un hospital pudiera golpear tanto.

Nunca pensé que los recuerdos y proyectos pudieran convertirse en eternos agradecimientos y recompensas.

Nunca pensé que alguien pudiera tener tal sentido de la libertad, la condescendencia y la comprensión.

Nunca pensé que alguien pudiera interesarse  permanentemente por tus asuntos, y tú por los de ella.

Nunca pensé, yo tan antiguo, que se pudiera ser amigo de una mujer, sin amor y sin sexo.

Nunca pensé que un viejo pudiera sentirse tan huérfano.

Nunca pensé que las cenizas de alguien pudieran ser desde hoy estrellas en la noche.

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