Puntadas sin hilo

Inauguración del curso político

Una vez que los medios convocados al efecto durante dos minutos y nosotros hemos visto lo bien que camina, Rajoy regresa a Madrid para inaugurar el curso político. Es decir, más de lo mismo, o sea que el Gobierno hará lo que le dé la gana. Pocas cabronadas más creo que nos podrán hacer, o al menos a mí no se me ocurren, tal vez a ustedes sí.

Es posible que ocurra la desgracia de que nos concedan los Juegos Olímpicos de 2020, que nos venderán como un éxito político y económico de España, aunque en realidad nos arruine y trastoque nuestras vidas desde el 7 de septiembre.

Dicen que el bendito, comatoso y apestado PSOE celebrará un Congreso, o como se llame, para marcar pautas, presentar ideas y promesas, y quizás, quizás, aclarar si el achicharrado Rubalcaba insiste en quedarse por serle útil a su partido, que se lo pide, o es relevado por alguien que pudiera rehabilitarles y conseguir que la izquierda purísima lo admita en un posible acuerdo de las múltiples y hasta ahora ineficaces izquierdas existentes. Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio. Grave asunto, el que más para una vía de progreso en España. Algún día caerá sobre ellas el Espíritu Santo laico de la lucidez práctica.

O sea que en esta ‘democracia judicializada’ tendremos que armarnos de paciencia y continuar en el camino de la resignación y del empeoramiento, pero con buen humor y ocupándonos de las pequeñas incidencias chuscas y pintorescas que vayan ocurriendo. La política del día a día anecdótico.

El Presidente será recibido por el emperador Obama, lo cual aumentara nuestro crédito internacional y nacional, nos dirán.

Eso sí, los seis camino de los siete millones de desempleados continuarán, pero nos llenarán de buenas palabras, disculpas y prometedores futuros.

La Justicia, definitivamente controlada por el Gobierno, irá soltando perlas sobre los infinitos, infinitos porque son todos y toda discrepancia política, asuntos pendientes, más los que se vayan agregando. No se esperan sorpresas y será una manera de divertirnos con los avatares judiciales y sus imputados.

La derecha se estabilizará, mejor, se confirmará, con el siempre sólido argumento de unos que mantienen que lo están haciendo muy bien, y de otros que la defienden, y con razón, porque enfrente no hay nada válido o si hay algo es peor.

Pero el caso es que iremos tirando sin mayores sobresaltos. Seguiremos inyectando dinero a los bancos a fondo perdido, pero el crédito estará ausente. Anunciarán la venida del Papa para el próximo año, con gran regocijo popular. La policía se entretendrá en dispersar todo intento reivindicativo. Las hojas de los árboles amarillearán, vendrán el frío y la gripe, pero todo el mundo acudirá al trabajo para que no los echen, y España permanecerá sumisa a Europa y al capitalismo, par burla y chanza de quienes vehementemente sostienen que el capitalismo español está agotado.

La revolución, o cambio de sistema, continuará siendo el alimento y sueño de los españoles decentes políticamente, pero la gran masa de indiferentes o adictos hará que esta inauguración del curso sea una pantomima de la vida democrática en España. Tal vez las dos únicas conclusiones que se pueden sacar es que, desgraciadamente, la clase obrera, los trabajadores, no tendrán conciencia ni deseo de unirse como fuerza reivindicativa, sino que habrán sido tragados, plácidamente, por el sistema, y la otra conclusión sería que, a pesar de todo y de las estrecheces impuestas y como contravacuna para mantener la ilusión de vivir, seguirán existiendo y fortaleciéndose numerosos islotes de resistencia, discrepancia y rebeldía, ya sean anarquistas, abstencionistas, marxistas en reciclaje, movimientos ciudadanos y cualquier forma que exprese que ellos, los oficialistas, tiene e inauguran su curso político, y los discordantes tienen el suyo propio y bien distinto. Dos maneras de entender la vida, la decencia y la dignidad política y personal.

Más Noticias