Puntadas sin hilo

El arte de no decir nunca tonterías

La ministra de Fomento, Ana Pastor, le ha espetado a la cara al Presidente de la Generalitat, Artur Mas, que la política es el arte de no decir tonterías, y a continuación le ha aclarado que tontería es lo que dices y luego no haces. Pero por lo visto no se refería a ella ni al Gobierno del que forma parte ni tampoco al Partido que lo sostiene. Un clamoroso modo, lo suyo, de decir una tontería maestra. Si hay alguien antiartístico es el Gobierno, que todo lo que ha dicho y prometido no lo ha cumplido. Debe de ser el arte del cinismo y de la caradura. Pero con eso de que hay que ser correcto y diplomático, Artur Mas no le contestó en forma merecida, aunque seguramente también él dice, y hace, demasiadas tonterías.

El sin duda reconocido como más prestigioso y ponderado periodista español, Iñaki Gabilondo, afirmó hace unos días que la palabra del Presidente del Gobierno, señor Rajoy, no vale nada. Y que ningún partido político actual es de fiar. Ello se debe, agrego yo, a la cantidad de mentiras y tonterías que dicen. Lo peor que le puede pasar a un sistema político democrático es la nula creencia y rechazo unánime de los ciudadanos a lo que digan y prometan sus políticos, o, mejor, nos creemos solo lo que barruntamos que será malo. Somos un país de mentirosos. Los gobernados también, porque aceptamos sus despropósitos y mentiras. No hay más que pasear por la calle y observar el conformismo sumiso de los caminantes.

Las promesas incumplidas, esto es, las tonterías, las desilusiones subsiguientes, son la fábrica de antidemócratas. Somos demócratas lo mismo que somos católicos. Por si acaso, por comodidad. La mentira, la tontería, el no decir la verdad por sistema constituye una verdadera arma química contra los españoles. Pero los políticos no se alteran ni se corrigen, ellos van a lo suyo diciendo sin el menor pudor que van a lo nuestro. Éste es el más grave problema de España: no les creemos. Todo lo demás es consecuencia, crisis incluida y recorte de derechos esenciales. La responsabilidad política de quien no dice la verdad sería la primera condición para que la política fuera un arte. Lo triste es que vivimos en un cepo. El cepo de la mentira constante, la negación del arte de la política. ¿Cuántas tonterías-mentiras dirán nuestros políticos solo en el día de hoy?

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