Puntadas sin hilo

EREs y Diada vistos por un profano

Conste: el profano e ignorante soy yo. Perdón por mi simplismo.

Sorprende el desprecio o muy escaso interés que un asunto capital como éste despierta entre el común de la población española no catalana. Como si dieran por supuesto que no va a pasar nada, y si pasa pues ya veremos.

También sorprende un tanto el interés masivo (siempre que 400.000 sea, entre 7.500.000 habitantes) una cifra que legitime lo de masivo) de los catalanes en esta manifestación independentista irreversible y a tope, y quedando la duda, a juzgar por las imágenes vistas, de si algunos participantes, con preferencia jóvenes, no la ven con cierto aire festivo sin más.

Creo que las razones históricas, a favor o en contra de la independencia no cuentan. Hay lo que hay. La Historia no es una línea recta. Lo que importa es la situación actual de reivindicación.

Asimismo resulta sorprendente el contraste entre la apelación constante a la democracia y la pretendida anulación de la Constitución vigente. Habría que cambiar la Constitución, cuestión de casi imposible unanimidad, y con la dificultas de que el sujeto constituyente es "el pueblo español".

Siempre permanecerá la duda de si este fortísimo movimiento independentista surge como final continuado de auténtica necesidad y deseo del pueblo, esto es, de sus siete millones y medio de habitantes de Catalunya o ha sido consecuencia de la habilidad y tesón de los líderes políticos más radicales, hasta el punto de conseguir que quienes no estén a favor de esa independencia sean tachados de retrógrados y antidemócratas, en una interpretación unilateral y sui generis de lo democrático. En tal sentido es una incógnita prever hasta dónde está dispuesto el pueblo catalán a llevar el pulso de su confrontación con el Estado central.

La cuestión principal: ¿quién debe decidir, los ciudadanos catalanes solamente o la totalidad de españoles? No me mojo porque no tengo opinión firme. Creo que hay razones para defender las dos posturas. Aunque tal vez inconscientemente me sale la vena españolista de la unidad, que, por cierto, entiendo que es mejor para ambas partes.

Pero ¿se puede negar a alguien, a un conjunto social, el derecho a separarse si no están conformes y a gusto con la situación en la que viven? La lógica parece decir que no se les puede negar, pero habría que tomar en consideración otros muchos factores, como el daño que pueden causar a quienes no estén de acuerdo, catalanes o estatales. Existe una vasta y complejísima red de intereses comunes que no es fácil delimitar.

Pero evidentemente no se puede convivir en la discrepancia continua y cada vez más acentuada.

Resulta patente que en los últimos tiempos, es especial durante el último año, el malestar se ha acrecentado con la política de tierra quemada y falta de diálogo entre los dirigentes estatales y autonómicos. Quizás estemos en un punto de no retorno, no sé. ¿Les bastaría a los catalanes con un trato preferente en lo económico? Pero ¿por qué hay que concederles ese trato preferente? ¿Hasta qué punto el orgullo de adquirir una nueva nacionalidad y Estado es decisivo por encima de lo económico, aun perdiendo económicamente en la nueva situación? ¿O por el contrario no se empeoraría, sino que se mejoraría?

¿Sería una catástrofe la independencia? ¿Por qué? ¿Cómo se para esto? ¿Por qué hay que pararlo? ¿Se puede aplicar la racionalidad a estos asuntos?

Es, afortunadamente, destacable el hecho de la imposibilidad del empleo de la fuerza (creo que no hay que explicarlo). Esos tiempos han pasado en España-

¿Cabe solución? ¿Cabe un federalismo auténtico, o un confederalismo con lazos de unión, o es la independencia pura y dura la única y mejor solución? No lo sé. Lo que sí parece es que las cosas no pueden continuar así. Catalunya, al igual que los volcanes, sea cual sea la predicción de los vulcanólogos, no se sabe nunca con precisión cuando entrarán en erupción ni con qué intensidad y efectos.

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Gota ESCÁNDALO ANDALUZ: Cometo conscientemente la temeridad de afirmar que me parecen deseables y necesarias las imputaciones de los ex presidentes de la Junta de Andalucía, señores Chaves y Griñán. Lo mismo que me parecen deseables y necesarias las imputaciones de los señores Rajoy, Arenas y Álvarez Cascos, y señora Cospedal. Sin entrar a considerar las que serían deseables y necesarias en otros partidos, como CIU. No se puede estar durante años al frente de un organismo y alegar que desconoces las tropelías cometidas en ellos durante esos años. Si las conoces y lo niegas, debes ser imputado. Y si no las conoces, también por tu mala gestión y vigilancia. Resulta inconcebible que todos los señores y señora citados las desconociesen. Unos en el asunto de los ERE andaluces y la malversación de los dineros públicos, con todo tipo de fraudes y prevaricaciones. Los otros con el desconocimiento o consentimiento de financiarse ilegalmente, llevar contabilidades ocultas y beneficiarse personalmente. España se ha convertido en una cloaca judicial, y no será un país serio y honorable en tanto esa cloaca persista. Se demuestre judicialmente o no, todo un país no puede estar equivocado en sus percepciones clamorosas y unánimes. En política, la sospecha es prueba. Y La sospecha colectiva es condena. Tanto el PSOE como el PP están hundidos en esa cloaca y hecatombe nacional. Deben tragarse toda la mierda que han generado.

¡Bien por la juez Alaya! Esperemos las decisiones del juez Ruz.

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